Archivos diarios: 14 agosto, 2015

13/08/2015 – S.E.R. MONS. D. GEORG GÄNSWEIN VISITA LINDENBERG

S.E.R. MONS. D. GEORG GÄNSWEIN VISITA LINDENBERG

FUENTE: badische-zeitung.de

ST. PETER. Rara vez se han visto tantos coches en Lindenberg. El alto de Dreisamtal, cerca de San Pedro, fue el objetivo de más de 700 peregrinos en la noche del jueves. Había un motivo especial: Georg Gänswein, Arzobispo de la Iglesia Católica Romana, Prefecto de la Casa Pontificia y secretario privado del Papa Benedicto XVI, y de su sucesor, Francisco, celebró la Eucaristía con motivo de la jornada mensual de Fátima.

Georg Gänswein está profundamente arraigado a la Selva Negra, donde se crió en Riedern bei Waldshut. Siempre pasa la Festividad de la Asunción con sus hermanos y parientes. La Iglesia no tuvo capacidad para acoger a todos los peregrinos, más de la mitad de los fieles han tenido que conformarse con un asiento al aire libre, donde podían seguir la Misa a través de altavoces. El Arzobispo ofició acompañado de otroS once sacerdotes y un diácono.

Quien peregrina a Lindenber, lo hace por su devoción mariana. Se oye el «Salve Regina». El Arzobipo retoma la imagen de la madre que lleva a su hijo de la mano. «María lleva de la mano a Jesús». Más tarde, en el sermón habla del paso de María a ser la Madre de Dios y de la integración en nuestra fe y en la vida diaria de hoy. María se ha convertido en esencial para todos los cristianos. Dios puso su máxima ambición en el afecto a los más pequeños. «Cuando María se hace madre, se supera a sí misma».

La celebración de la Eucaristía no ha terminado todavía cuando en forma de lluvia y truenos se anuncia un cambio de tiempo. Entre estos signos se cancela la prcesión con velas que había sido anunciada. La «Canción a Fátima», por lo tanto, suena en el interior. Finaliza la celebración con la «oración por la gracia de la Madre de Lindenberg».

Para hablar con los fieles, incluyendo algunos de sus conocidos, no mira el reloj. Regalos, cartas y flores le fueron entregadas. «Pida el Papa que rece por nosotros» – esta petición fue solicitada en varias ocasiones al secretario privado de los dos papas.

 

13/08/2008 – MAXIMILIANO MARIA KOLBE Y TERESA BENEDICTA DE LA CRUZ (AUDIENCIA GENERAL)

BENEDICTO XVI

AUDIENCIA GENERAL

Palacio pontificio de Castelgandolfo

Miércoles 13 de agosto de 2008

MAXIMILIANO MARIA KOLBE

TERESA BENEDICTA DE LA CRUZ

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Queridos hermanos y hermanas:

Al regresar de Bressanone, donde he pasado un período de descanso, me alegra encontrarme con vosotros y saludaros, queridos habitantes de Castelgandolfo, y con vosotros, peregrinos que habéis venido hoy a visitarme. Quiero dar las gracias una vez más a cuantos me han acogido y han velado por mi permanencia en la montaña. Han sido días de distensión serena, durante los cuales no he cesado de recordar al Señor a cuantos se encomiendan a mis oraciones. Y son realmente muchísimos los que me escriben pidiendo que ore por ellos. Me manifiestan sus alegrías, pero también sus preocupaciones, sus proyectos de vida, sus problemas familiares y de trabajo, las expectativas y las esperanzas que llevan en el corazón, así como las angustias unidas a las incertidumbres que la humanidad está viviendo en este momento. Puedo asegurar que para todos y cada uno tengo un recuerdo, especialmente en la celebración diaria de la santa misa y en el rezo del santo rosario. Sé bien que el primer servicio que puedo hacer a la Iglesia y a la humanidad es precisamente el de la oración, porque al rezar pongo confiado en las manos del Señor el ministerio que él mismo me ha encomendado, junto con el destino de toda la comunidad eclesial y civil.

Quien ora no pierde nunca la esperanza, aun cuando se llegue a encontrar en situaciones difíciles e incluso humanamente desesperadas. Esto nos enseña la Sagrada Escritura y de esto da testimonio la historia de la Iglesia. En efecto, ¡cuántos ejemplos podríamos citar de situaciones en las que precisamente la oración ha sido la que ha sostenido el camino de los santos y del pueblo cristiano! Entre los testimonios de nuestra época quiero citar el de dos santos cuya memoria celebramos en estos días:  Teresa Benedicta de la Cruz, Edith Stein, cuya fiesta celebramos el 9 de agosto, y Maximiliano María Kolbe al que recordaremos mañana, 14 de agosto, vigilia de la solemnidad de la Asunción de la Bienaventurada Virgen María. Ambos concluyeron su vida terrena con el martirio en el campo de concentración de Auschwitz. Aparentemente su existencia se podría considerar una derrota, pero precisamente en su martirio resplandece el fulgor del amor que vence las tinieblas del egoísmo y del odio. A san Maximiliano Kolbe se le atribuyen las siguientes palabras que habría pronunciado en el pleno furor de la persecución nazi:  «El odio no es una fuerza creativa:  lo es sólo el amor». El generoso ofrecimiento que hizo de sí en cambio de un compañero de prisión, ofrecimiento que culminó con la muerte en el búnker del hambre, el 14 de agosto de 1941, fue una prueba heroica de amor.

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Edith Stein, el 6 de agosto del año sucesivo, tres días antes de su dramático fin, acercándose a algunas hermanas del monasterio de Echt, en Holanda, les dijo:  «Estoy preparada para todo. Jesús está también aquí en medio de nosotras. Hasta ahora he podido rezar muy bien y he dicho con todo el corazón:  Ave, Crux, spes unica». Testigos que lograron escapar de la horrible masacre contaron que Teresa Benedicta de la Cruz mientras, vestida con el hábito carmelitano, avanzaba consciente hacia la muerte, se distinguía por su porte lleno de paz, por su actitud serena y por su comportamiento tranquilo y atento a las necesidades de todos. La oración fue el secreto de esta santa copatrona de Europa, que «aun después de haber alcanzado la verdad en la paz de la vida contemplativa, debió vivir hasta el fondo el misterio de la cruz» (Juan Pablo II, carta apostólica Spes aedificandi, 1 de octubre de 1999, n. 8:  L’Osservatore Romano, edición en lengua española, 8 de octubre de 1999, p. 16).

«Ave Maria!»:  fue la última invocación salida de los labios de san Maximiliano María Kolbe mientras ofrecía su brazo al que lo mataba con una inyección de ácido fénico. Es conmovedor constatar que acudir humilde y confiadamente a la Virgen es siempre fuente de valor y serenidad. Mientras nos preparamos a celebrar la solemnidad de la Asunción, que es una de las fiestas marianas más arraigadas en la tradición cristiana, renovemos nuestra confianza en Aquella que desde el cielo vela con amor materno sobre nosotros en todo momento. Esto es lo que decimos en la oración familiar del avemaría, pidiéndole que ruegue por nosotros «ahora y en la hora de nuestra muerte».


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Saludos

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Os invito a contemplar con fervor el testimonio de San Maximiliano María Kolbe. Siguiendo sus huellas, acoged con humildad la Palabra de Jesucristo, meditadla cada día y llevadla a la práctica con valentía y constancia. A ejemplo suyo también, poneos bajo el dulce amparo de la Virgen María, rezando el Santo Rosario y confiando siempre en su amor de Madre. Que Dios os bendiga.

(En portugués)

Saludo cordialmente al grupo de la Universidad católica portuguesa de Lisboa y a la tripulación del buque-escuela «Brasil», de la marina brasileña, a los cuales deseo que se lleven de este encuentro la enseñanza de que vuestra vida tenga como objetivo servir, con caridad cristiana, a los ciudadanos de vuestra patria por los caminos de la paz, la solidaridad y la fraternidad. Con estos deseos, os bendigo de todo corazón a vosotros y a vuestras familias, así como a todos los peregrinos de lengua portuguesa aquí presentes.

(A los peregrinos polacos)

Mañana se celebra la memoria de san Maximiliano María Kolbe. El acto de amor heroico y la muerte del mártir será siempre signo del triunfo de la fuerza de Dios y la nobleza del hombre sobre la inmensidad del mal. Pidamos por su intercesión el don de la paz en el mundo. Que Dios os bendiga a vosotros y a vuestras familias.

(En italiano)

A las Religiosas de San Juan Bautista y a las Hijas de los Sagrados Corazones de Jesús y de María (Instituto Ravasco)

Queridas hermanas, os aseguro mi recuerdo en la oración para que cada día renovéis la dimensión oblativa de vuestra vida en el ejercicio fiel de las virtudes evangélicas.

Saludo por último a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. Queridos amigos, que la luz de Cristo ilumine siempre vuestra vida y la haga fecunda en el bien. Gracias a todos vosotros. Una vez más, feliz semana y feliz fiesta de la Asunción.