Archivo de la categoría: CATECISMOS SOBRE LOS DOCTORES DE LA IGLESIA
DOCTORES DE LA IGLESIA
DOCTORES DE LA IGLESIA
CONCEPTO: Es un título otorgado por el Papa o un Concilio Ecuménico a ciertos santos en razón de su erudición y en reconocimiento como eminentes maestros de la fe para los fieles de todos los tiempos.
Los Doctores de la Iglesia han ejercido una influencia especial sobre el desarrollo del cristianismo, sentando las bases de la doctrina sucesiva, o interpretando de forma esclarecedora y perdurable vastos campos de la Revelación. En el cristianismo primitivo el título se adjudicó espontáneamente a ocho de los Padres de la Iglesia, cuatro de ellos de rito latino.
SAN ALBERTO MAGNO
Aclamado Doctor en 1931 por Pío XI
Fiesta Litúrgica: 15 de noviembre
- Al ser un hombre de oración, de ciencia y de caridad, gozaba de gran autoridad en sus intervenciones, en varias vicisitudes de la Iglesia y de la sociedad de la época: fue sobre todo un hombre de reconciliación y de paz en Colonia, donde el arzobispo había entrado en dura contraposición con las instituciones ciudadanas.
- Aclaró el pensamiento de santo Tomás de Aquino, (alumno suyo), que había sido objeto de objeciones e incluso de condenas completamente injustificadas.
- Papa Pío XII lo nombró patrono de los cultores de las ciencias naturales y también se le llama Doctor universalis.
«San Alberto Magno nos recuerda que entre ciencia y fe existe amistad, y que los hombres de ciencia pueden recorrer, mediante su vocación al estudio de la naturaleza, un auténtico y fascinante camino de santidad».
(Audiencia General BENEDICTO XVI el 24 de Marzo de 2010, aquí)
SAN ISIDORO DE SEVILLA
Aclamado Doctor en 1722 por Inocencio XIII
Fiesta Lirtúrgica: 26 de abril
- Considerado el último de los Padres cristianos de la antigüedad.
- El Concilio de Toledo, del año 653, lo definió: «Ilustre maestro de nuestra época y gloria de la Iglesia Católica».
- Hombre de contraposiciones dialécticas acentuadas.
- Para comprender mejor a San Isidoro es necesario recordar, ante todo, la complejidad de las situaciones políticas de su tiempo, (visigodos, bárbaros y arrianos, habían invadido la península ibérica y se habían adueñado de los territorios que pertenecían al Imperio romano).
- Es admirable su preocupación por no descuidar nada de lo que la experiencia humana había producido en la historia de su patria y del mundo entero.
- Las propuestas que presenta siempre están en sintonía con la fe católica, sostenida por él con firmeza.
«San Isidoro busca en el ejemplo de Cristo la confirmación definitiva de una correcta orientación de vida y dice: «El Salvador, Jesús, nos dio ejemplo de vida activa cuando, durante el día, se dedicaba a hacer signos y milagros en la ciudad, pero mostró la vida contemplativa cuando se retiraba a la montaña y pasaba la noche dedicado a la oración» (o.c. 134: ib.). A la luz de este ejemplo del divino Maestro, san Isidoro concluye con esta enseñanza moral: «Por eso, el siervo de Dios, imitando a Cristo, debe dedicarse a la contemplación sin renunciar a la vida activa. No sería correcto obrar de otra manera, pues del mismo modo que se debe amar a Dios con la contemplación, también hay que amar al prójimo con la acción. Por tanto, es imposible vivir sin la presencia de ambas formas de vida, y tampoco es posible amar si no se hace la experiencia tanto de una como de otra» (o.c., 135: ib., col 91 C)».
(Audiencia General BENEDICTO XVI el 18 de Junio de 2008, aquí)
SAN PEDRO CRISOLOGO
Aclamado Doctor en 1729 por Benedicto XIII
Fiesta Litúrgica: 30 de julio
(Referencias de BENEDICTO XVI a San Pedro Crisólogo, aquí)
SAN JERÓNIMO
Aclamado Doctor en 1295 por Bonifacio VIII
Fiesta Litúrgica: 30 de septiembre
- Padre de la Iglesia que puso la Biblia en el centro de su vida.
- «Doctor eminente en la interpretación de las Sagradas Escrituras»
- Comentó la palabra de Dios.
- Defendió la fe, oponiéndose con vigor a varias herejías.
- Exhortó a los monjes a la perfección.
«No debemos olvidar nunca que la palabra de Dios trasciende los tiempos. Las opiniones humanas vienen y van. Lo que hoy es modernísimo, mañana será viejísimo. La palabra de Dios, por el contrario, es palabra de vida eterna, lleva en sí la eternidad, lo que vale para siempre. Por tanto, al llevar en nosotros la palabra de Dios, llevamos la vida eterna.»
(Audiencias Generales BENEDICTO XVI el 7 y 14 de Noviembre de 2007, aquí)
SAN ROBERTO BELARMINO
Aclamado Doctor en 1931 por Pío XI
Fiesta Litúrgica: 17 de septiembre
- Profesor de teología en Lovaina, responsable de la cátedra de «Apologética».
- El Papa Clemente VIII lo nombró teólogo pontificio, consultor del Santo Oficio y rector del Colegio de los Penitenciarios de la basílica de San Pedro.
- Su trabajo más popular es su catecismo, Doctrina cristiana breve.
- Sus Controversiae constituyen un punto de referencia todavía válido para la eclesiología católica sobre las cuestiones acerca de la Revelación, la naturaleza de la Iglesia, los sacramentos y la antropología teológica.
«En los escritos de este hombre de gobierno se percibe con mucha claridad, aun en la discreción detrás de la cual oculta sus sentimientos, la primacía que asigna a las enseñanzas de Cristo. San Roberto Belarmino ofrece así un modelo de oración, alma de toda actividad: una oración que escucha la Palabra del Señor, que se sacia contemplando su grandeza, que no se repliega en sí misma, sino que se alegra de abandonarse a Dios. Un signo distintivo de la espiritualidad de Belarmino es la percepción viva y personal de la inmensa bondad de Dios, por lo que nuestro santo se sentía realmente hijo amado por Dios y era fuente de gran alegría recogerse, con serenidad y sencillez, en oración, en contemplación de Dios. En su libro De ascensione mentis in Deum —Elevación de la mente a Dios— compuesto según el esquema del Itinerarium de san Buenaventura, exclama: «Oh alma, tu modelo es Dios, belleza infinita, luz sin sombras, esplendor que supera el de la luna y el sol. Levanta los ojos a Dios, en el cual se encuentran los arquetipos de todas las cosas, y del cual, como de una fuente de infinita fecundidad, deriva esta variedad casi infinita de las cosas. Por tanto, debes concluir: quien encuentra a Dios lo encuentra todo, quien pierde a Dios lo pierde todo»».
(Audiencia General BENEDICTO XVI el 23 de de Febrero de 2011, aquí)
SAN BEDA EL VENERABLE
Aclamado Doctor en 1899 por León XIII
Fiesta Litúrgica: 25 de Mayo
- Llegó a ser uno de los eruditos más insignes de la alta Edad Media.
- Las Sagradas Escrituras son la fuentes constante de su reflexión teológica.
- Insigne maestro de teología litúrgica.
- Las características de la Iglesia que san Beda pone de manifiesto son:
- La catolicidad como fidelidad a la tradición y al mismo tiempo apertura al desarrollo histórico.
- La apostolicidad y la romanidad.
- Desarrolló una verdadera mistagogia.
- La fama de santidad y sabiduría de que san Beda gozó ya en vida le llevó a recibir el título de «venerable».
«Siguiendo el «realismo» de las catequesis de san Cirilo, san Ambrosio y san Agustín, san Beda enseña que los sacramentos de la iniciación cristiana convierten a cada fiel «no sólo en cristiano sino en Cristo», pues cada vez que un alma fiel acoge y custodia con amor la Palabra de Dios, imitando a María, concibe y engendra nuevamente a Cristo. Y cada vez que un grupo de neófitos recibe los sacramentos pascuales, la Iglesia se «auto-engendra», o con una expresión aún más audaz, la Iglesia se convierte en «madre de Dios», participando en la generación de sus hijos, por obra del Espíritu Santo».
(Audiencia General BENEDICTO XVI el 18 de de Febrero de 2009, aquí)
SAN BASILIO MAGNO
Aclamado Doctor en 1568 por Pío V
Fiesta Litúrgica: 2 de enero
- Denominado «lumbrera de la Iglesia».
- Con sabio equilibrio supo unir el serivcio a las almas y la entrega a la oración y a la meditación en la sociedad.
- Creó una vida monástica muy particular: no cerrada a la comunidad de la Iglesia local, sino abierta a ella.
- Se preocupó constantenemente por las difíciles condiciones materiales en las que vivían los fieles.
- Uno de los grandes Padres que formularon la doctrina sobre la Trinidad.
«Consciente de que «la liturgia es la cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia y al mismo tiempo la fuente de donde mana toda su fuerza» (Sacrosantum Concilium, 10), san Basilio, aunque siempre se procupaba por vivir la caridad, que es la señal de reconomiento de la fe, también fue un sabio «reformador litúrgico» (cf. san Gregorio Nacianceno, Oratio 43, 34 in lauden Basilii: PG 36, 541 c). Nos dejó una gran plegaria eucarística, o anáfora, que lleva su nombre y que dio una organización fundamental a la oración y a la salmodia: gracias a él el pueblo amó y conoció los Salmos y acudía rezarlos incluso de noche (cf. san Basilio, In Psalmum 1, 1-2: PG 29, 212 a-213 c). Así vemos cómo la liturgia, la adoración, la oración con la Iglesia y la caridad van unidas y se condicionan mutuamente.
(Audiencia General BENEDICTO XVI el 1 de Agosto de 2007, aquí)
SAN HILARIO DE POITIERS
Aclamado Doctor en 1851 por Pío IX
Fiesta Litúrgica: 13 de enero
- Gran Padre de la Iglesia de Occidente.
- Consagró toda su vida a la defensa de la fe en la divinidad de Jesucristo, Hijo de Dios y Dios como el Padre, que lo engendró desde la eternidad.
- Asistió como obispo al Sínodo de Béziers, («Sínodo de los falsos apóstoles»).
- Ante lo arrianos insiste en la verdad de los nombres de Padre y de Hijo.
- El punto de partida de la reflexión teológica de San Hilario es la fe bautismal.
- Escribió:
- «El comentario del Evangelio de San Mateo», (el comentario más antiguo en latín que nos ha llegado de este Evangelio).
- «De Trinitate», («Sobre la Trinidad»), su obra dogmática más importante.
- «Libro de los Sínodos»: reproduce y comenta las confesiones de fe y otros documentos de los sínodos reunidos en Oriente a mediados del siglo IV.
- «Tratados sobre los Salmos»
«La fidelidad a Dios es un don de su origen. Por ello, san Hilario, al final de su Tratado sobre la Trinidad, pide la gracia de mantenerse siempre fiel a la fe del bautismo. es una características de este libro: la reflexión se transofrma en oración y la oración se hace reflexión. todo el libro es un diálogo con Dios»
(Audiencia General BENEDICTO XVI el 10 de Octubre de 2007, aquí)
SAN FRANCISCO DE SALES
Aclamado Doctor en 1871 por Pío IX
Fiesta Litúrgica: 14 de enero
- Fue inmensa la influencia de su vida y de su enseñanza en la Europa de la época y de los siglos siguientes.
- Es apóstol, predicador, escritor, hombre de acción y de oración.
- Comprometido en hacer realidad los ideales del concilio de Trento.
- Implicado en la controversia y en el diálogo con los protestantes, experimentando cada vez más la eficacia de la relación personal y de la caridad, más allá del necesario enfrentamiento teológico.
- Encargado de misiones diplomáticas a nivel europeo, y de tareas sociales de mediación y reconciliación.
«La vida de San Francisco de Sales fue relativamente breve, pero de gran intensidad. La figura de este santo produce una impresión de extraña plenitud, demostrada con la serenidad de su búsqueda intelectual, pero también en la riqueza de sus afectos, en la «dulzura» de sus enseñanzas que han ejercido gran influencia en la conciencia cristiana. De la palabra «humanidad» encarnó distintas acepciones que, hoy como ayer, puede asumir este término: cultura y cortesía, libertad y ternura, nobleza y solidaridad. En su aspecto tenía algo de la majestad del paisaje en que vivió, conservando también su sencillez y su naturaleza. Las antiguas palabras y las imágenes con las que se expresaba resuenan inesperadamente, también en el oído del hombre de hoy, como una lengua nativa y familiar».
(Audiencia General BENEDICTO XVI el 2 de Marzo de 2011, aquí)
SAN PEDRO DAMIÁN
Aclamado Doctor en 1828 por León XII
Fiesta Litúrgica: 21 de Febrero
- Comprometido en la obra de reforma puesta en marcha por los Papas de aquel tiempo.
- Se distinguió en los géneros literarios más diversos.
- Fino teólogo.
- Para el desarrollo de la vida eremítica escribió una Regla, en la que subraya fuertemente el «rigor del eremitorio».
«La comunión con Cristo crea unidad de amor entre los cristianos. En la carta 28, que es un tratado genial de eclesiología, Pedro Damián desarrolla una profunda teología de la Iglesia como comunión. «La Iglesia de Cristo —escribe— está unida por el vínculo de la caridad hasta el punto de que, como es una en muchos miembros, también está toda entera místicamente en cada miembro; de forma que toda la Iglesia universal se llama justamente única Esposa de Cristo en singular, y cada alma elegida, por el misterio sacramental, se considera plenamente Iglesia». Esto es importante: no sólo que toda la Iglesia universal está unida, sino que en cada uno de nosotros debería estar presente la Iglesia en su totalidad. Así el servicio del individuo se convierte en «expresión de la universalidad» (Ep. 28, 9-23)».
(Audiencia General BENEDICTO XVI el 9 de Septiembre de 2009, aquí)
SAN ALFONSO MARIA DE LIGORIO
Aclamado Doctor en 1871 por Pío IX
Fiesta Litúrgica: 1 de agosto
- En su obra principal, titulada Teología moral, propone una síntesis equilibrada y convincente entre las exigencias de la ley de Dios.
- Crea las «Capillas Vespertinas».
- El Papa Pío XII «patrono de todos los confesores y los moralistas».
«Entre las formas de oración aconsejadas encarecidamente por San Alfonso destaca la visita al Santísimo Sacramento o, como diríamos hoy, la adoración, breve o prolongada, personal o comunitaria, ante la Eucaristía. «Ciertamente —escribe Alfonso— entre todas las devociones esta de adorar a Jesús sacramentado es la primera después de los sacramentos, la más querida por Dios y la más útil para nosotros… ¡Oh, qué gran delicia estar ante un altar con fe… y presentarle nuestras necesidades, como hace un amigo a otro con el que se tiene total confianza!» (Visitas al Santísimo Sacramento y a María santísima para cada día del mes. Introducción). La espiritualidad alfonsiana es, de hecho, eminentemente cristológica, centrada en Cristo y en su Evangelio. La meditación del misterio de la Encarnación y de la Pasión del Señor son frecuentemente objeto de su predicación, pues en estos acontecimientos se ofrece «abundantemente» la Redención a todos los hombres. Y precisamente porque es cristológica, la piedad alfonsiana es también exquisitamente mariana. Muy devoto de María, Alfonso ilustra su papel en la historia de la salvación: asociada a la Redención y Mediadora de gracia, Madre, Abogada y Reina. Además, San Alfonso afirma que la devoción a María nos confortará grandemente en el momento de nuestra muerte. Estaba convencido de que la meditación sobre nuestro destino eterno, sobre nuestra llamada a participar para siempre en la felicidad de Dios, así como sobre la trágica posibilidad de la condenación, contribuye a vivir con serenidad y compromiso, y a afrontar la realidad de la muerte conservando siempre la confianza en la bondad de Dios».
(Audiencia General BENEDICTO XVI el 30 de Marzo de 2011, aquí)
SAN BERNARDO DE CLARAVAL
Aclamado Doctor en 1830 por Pío VIII
Fiesta Litúrgica: 20 de agosto
- Llamado «doctor melifluo» por su elocuencia.
- Fundador del monasterio de Claraval.
- Reclamó con decisión la necesidad de una vida sobria y moderada, tanto en la mesa como en la indumentaria y en los edificios monásticos.
- A las muchas Cartas que nos ha dejado hay que añadir numerosos Sermones, así como Sentencias y Tratados.
- Dirigió principalmente sus escritos polémicos contra Aberlado, un gran pensador que inició una nueva forma de hacer teología.
- También luchó contra la herejía de los cátaros, que despreciaban la materia y el cuerpo humano.
«Ahora quiero detenerme sólo en dos aspectos centrales de la rica doctrina de san Bernardo: se refieren a Jesucristo y a María santísima, su Madre. Su solicitud por la íntima y vital participación del cristiano en el amor de Dios en Jesucristo no trae orientaciones nuevas en el estatuto científico de la teología. Pero, de forma más decidida que nunca, el abad de Claraval relaciona al teólogo con el contemplativo y el místico. Sólo Jesús —insiste san Bernardo ante los complejos razonamientos dialécticos de su tiempo—, sólo Jesús es «miel en la boca, cántico en el oído, júbilo en el corazón» (mel in ore, in aure melos, in corde iubilum)». Precisamente de aquí proviene el título, que le atribuye la tradición, de Doctor mellifluus: de hecho, su alabanza de Jesucristo «fluye como la miel». En las intensas batallas entre nominalistas y realistas —dos corrientes filosóficas de la época— el abad de Claraval no se cansa de repetir que sólo hay un nombre que cuenta, el de Jesús Nazareno. «Árido es todo alimento del alma —confiesa— si no se lo rocía con este aceite; insípido, si no se lo sazona con esta sal. Lo que escribes no tiene sabor para mí, si no leo allí a Jesús». Y concluye: «Cuando discutes o hablas, nada tiene sabor para mí, si no siento resonar el nombre de Jesús» (Sermones in Cantica canticorum XV, 6: PL 183, 847). Para san Bernardo, de hecho, el verdadero conocimiento de Dios consiste en la experiencia personal, profunda, de Jesucristo y de su amor. Y esto, queridos hermanos y hermanas, vale para todo cristiano: la fe es ante todo encuentro personal íntimo con Jesús, es hacer experiencia de su cercanía, de su amistad, de su amor, y sólo así se aprende a conocerlo cada vez más, a amarlo y seguirlo cada vez más. ¡Que esto nos suceda a cada uno de nosotros!».
(Audiencia General BENEDICTO XVI el 21 de Octubre de 2009, aquí)
SANTA TERESA DE LISIEUX
Aclamada Doctora en 1997 por Juan Pablo II
Fiesta Litúrgica: 3 de octubre
- Ha iluminado a toda la Iglesia con su profunda doctrina espiritual.
- Se convierte realmente en una «hermana universal».
- Teresa es uno de los «pequeños» del Evangelio que se dejan llevar por Dios a las profundidades de su Misterio.
- Una guía para todos, sobre todo para quienes, en el pueblo de Dios, desempeñan el ministerio de teólogos.
«En el Evangelio Teresa descubre sobre todo la misericordia de Jesús, hasta el punto de afirmar: «A mí me ha dado su misericordia infinita, y a través de ella contemplo y adoro las demás perfecciones divinas (…). Entonces todas se me presentan radiantes de amor; incluso la justicia (y quizás más aún que todas las demás), me parece revestida de amor» (MS A, 84r). Así se expresa también en las últimas líneas de la Historia de un alma: «Sólo tengo que poner los ojos en el santo Evangelio para respirar los perfumes de la vida de Jesús y saber hacia dónde correr… No me abalanzo al primer puesto, sino al último… Sí, estoy segura de que, aunque tuviera sobre la conciencia todos los pecados que pueden cometerse, iría, con el corazón roto de arrepentimiento, a echarme en brazos de Jesús, pues sé cómo ama al hijo pródigo que vuelve a él» (MS C, 36v-37r). «Confianza y amor» son, por tanto, el punto final del relato de su vida, dos palabras que, como faros, iluminaron todo su camino de santidad para poder guiar a los demás por su mismo «caminito de confianza y de amor», de la infancia espiritual (cf. MS C, 2v-3r; Carta 226). Confianza como la del niño que se abandona en las manos de Dios, inseparable del compromiso fuerte, radical, del verdadero amor, que es don total de sí mismo, para siempre, como dice la santa contemplando a María: «Amar es darlo todo, darse incluso a sí mismo» (Poesía Por qué te amo, María: p 54/22). Así Teresa nos indica a todos que la vida cristiana consiste en vivir plenamente la gracia del Bautismo en el don total de sí al amor del Padre, para vivir como Cristo, en el fuego del Espíritu Santo, su mismo amor por todos los demás».
(Audiencia General BENEDICTO XVI el 6 de Abril de 2011, aquí)
SAN AMBROSIO
Aclamado Doctor en 1295 por Bonifacio VIII
Fiesta Litúrgica: 7 de diciembre
- Intervino para pacificar a las dos facciones enfrentadas, (ortodoxos y arrianos), y actuó con tal autoridad que, a pesar de ser solamente un catecúmeno, fue aclamado por el pueblo obispo de Milán.
- Aprendió a conocer y acomentar la Biblia a través de las obras de Orígenes.
- El método de la lectio llegó a guiar toda la predicación y los escritos de San Ambrosio, que surgen precisamente de la escucha orante de la palabra de Dios.
- De la vida y del ejemplo del obispo san Ambrosio, san Agustín aprendió a creer y a predicar.
- Según su magisterio, la catequesis es inseparable del testimonio de vida.
«Al igual que el apóstol san Juan, el obispo san Ambrosio —que nunca se cansaba de repetir: «Omnia Christus est nobis», «Cristo lo es todo para nosotros»— es un auténtico testigo del Señor. Con sus mismas palabras, llenas de amor a Jesús, concluimos así nuestra catequesis: «Cristo lo es todo para nosotros. Si quieres curar una herida, él es el médico; si estás ardiendo de fiebre, él es la fuente; si estás oprimido por la injusticia, él es la justicia; si tienes necesidad de ayuda, él es la fuerza; si tienes miedo a la muerte, él es la vida; si deseas el cielo, él es el camino; si estás en las tinieblas, él es la luz. (…) Gustad y ved qué bueno es el Señor. Bienaventurado el hombre que espera en él» (De virginitate 16, 99)».
(Audiencia General BENEDICTO XVI el 27 de Junio de 2007, aquí)
SAN ANTONIO DE PADUA
Aclamado Doctor en 1946 por Pío XII
Fiesta Litúrgica: 13 de junio
- El Papa Gregorio IX después de haberlo escuchado lo definió como el «Arca del Testamento».
- Sentó las bases de la teología franciscana.
- Puso siempre a Cristo en el centro de la vida y del pensamiento, de la acción y de la predicación.
«En el último periodo de su vida, san Antonio puso por escrito dos ciclos de «Sermones», titulados respectivamente «Sermones dominicales» y «Sermones sobre los santos», destinados a los predicadores y a los profesores de los estudios teológicos de la Orden franciscana. En ellos comenta los textos de la Escritura presentados por la liturgia, utilizando la interpretación patrístico-medieval de los cuatro sentidos: el literal o histórico, el alegórico o cristológico, el tropológico o moral y el anagógico, que orienta hacia la vida eterna. Hoy se redescubre que estos sentidos son dimensiones del único sentido de la Sagrada Escritura y que la Sagrada Escritura se ha de interpretar buscando las cuatro dimensiones de su palabra. Estos sermones de san Antonio son textos teológico-homiléticos, que evocan la predicación viva, en la que san Antonio propone un verdadero itinerario de vida cristiana. La riqueza de enseñanzas espirituales contenida en los «Sermones» es tan grande, que el venerable Papa Pío XII, en 1946, proclamó a san Antonio Doctor de la Iglesia, atribuyéndole el título de «Doctor evangélico», porque en dichos escritos se pone de manifiesto la lozanía y la belleza del Evangelio; todavía hoy podemos leerlos con gran provecho espiritual».
(Audiencia General BENEDICTO XVI el 10 de Febrero de 2010, aquí)
SAN EFREN EL SIRIO
Aclamado Doctor en 1920 por Benedicto XV
Fiesta Litúrgica: 9 de junio.
- Llamado «cítara del Espíritu Santo».
- Representante más importante del cristianismo de lengua siríaca.
- Logró conciliar de modo único la vocación de teólogo con la de poeta.
- Confiere a la poesía y a los himnos para la Liturgia un carácter didáctico y catequético.
- Reflexión de san Efrén sobre el tema de Dios creador: en la creación no hay nada aislado, y el mundo, al igual que la Sagrada Escritura, es una Biblia de Dios.
- Para san Efrán, como no hay Redención sin Jesús, tampoco hay Encarnación sin María.
«San Efrén nos ha dejado una gran herencia teológica: su notable producción puede reagruparse en cuatro cateogrías:
- Obras escritas en prosa ordinaria (sus obras polémicas o bien los comentarios bíblicos).
- Obras en prosa poética.
- Homilías en verso, y por último,
- los himnos, sin duda la obra más amplia de san Efrén.
Es un autor rico e interesante en muchos aspectos, pero sobre todo desde el punto de vista teológico»
(Audiencia General BENEDICTO XVI el 27 de Junio de 2007, aquí)
SAN ATANASIO
Aclamado Doctor en 1568 por San Pío V
Fiesta Litúrgica: 2 de mayo
- Aclamado como «la columna de la Iglesia» por San Gregorio Nacianceno.
- Uno de los Padre la Iglesia antigua más importante y venerado.
- Fue el más importante y tenaz adversario de la herejía arriana.
- En cinco ocasiones se vio obligado a abandonar su ciudad, pasando 17 años en el destierro y sufriendo por la fe.
«La biografía ejemplar de ese santo tan apreciado por la tradición cristiana, que se hizo pronto sumamente popular y fue traducida inmediatamente dos veces al latín y luego a varias lenguas orientales, contribuyó decisivamente a la difusión del monaquismo, tanto en Oriente como en Occidente. En Tréveris la lectura de este texto forma parte de una emotiva conversión de dos funcionarios imperiales que San Agustín incluye en las Confesiones (VIII, 6, 15), como premisa para su misma conversión»
(Audiencia General BENEDICTO XVI el 20 de Junio de 2007, aquí)
SANTA HILDEGARDA
Aclamada Doctora en 2012 por Benedicto XVI
Fiesta Litúrgica: 17 de septiembre
- Mujer culta, espiritualmente elevada y capaz de afrontar con competencia los aspectos organizativos de la vida claustral.
- Suscitaba una santa emulación en la práctica del bien.
- Se distinguió por sabiduría espiritual y santidad de vida.
- Todos la escuchaban de buen grado, incluso cuando usaba un tono severo: la consideraban una mensajera enviada por Dios.
«Como sucede siempre en la vida de los verdaderos místicos, también Hildegarda quiso someterse a la autoridad de personas sabias para discernir el origen de sus visiones, temiendo que fueran fruto de imaginaciones y que no vinieran de Dios. Por eso se dirigió a la persona que en su tiempo gozaba de la máxima estima en la Iglesia: san Bernardo de Claraval, del cual ya hablé en algunas catequesis. Este tranquilizó y alentó a Hildegarda. Y en 1147 recibió otra aprobación importantísima. El Papa Eugenio III, que presidía un sínodo en Tréveris, leyó un texto dictado por Hildegarda, que le había presentado el arzobispo Enrique de Maguncia. El Papa autorizó a la mística a escribir sus visiones y a hablar en público. Desde aquel momento el prestigio espiritual de Hildegarda creció cada vez más, tanto es así que sus contemporáneos le atribuyeron el título de «profetisa teutónica». Este, queridos amigos, es el sello de una experiencia auténtica del Espíritu Santo, fuente de todo carisma: la persona depositaria de dones sobrenaturales nunca presume de ellos, no los ostenta y, sobre todo, muestra una obediencia total a la autoridad eclesial. En efecto, todo don que distribuye el Espíritu Santo está destinado a la edificación de la Iglesia, y la Iglesia, a través de sus pastores, reconoce su autenticidad.»
(Audiencias Generales BENEDICTO XVI el 1 y el 8 de septiembre de 2010, aquí)
SAN LEÓN MAGNO
Aclamado Doctor en 1754 por Benedicto XIV
Fiesta Litúrgica: 10 de Noviembre
- Uno de los más grandes Pontífices que han honrado la Sede de Roma.
- El primer Papa cuya predicación, dirigida al pueblo que le rodeaba durante las celebraciones, ha llegado hasta nosotros, (las audiencias generales).
- Vivió tiempos sumamente difíciles: repetidas invasiones bárbaras, progresivo debilitamiento de la autoridad imperial en occidnete, una larga crisis social…
- Consiente del momento histórico que vivía supo estar cerca del pueblo y de los fieles con la acción pastoral y la predicación.
- Impulsó la caridad en una Roma afectada por las carestías.
- Se enfrentó a las supersticiones paganas y a la acción de los grupo maniqueos.
- Vinculó la liturgia a la vida diaria de los cristiano.
«San León Magno enseñó a sus fieles —y sus palabras siguen siendo válidas para nosotros— que la liturgia cristiana no es el recuerdo de acontecimientos pasados, sino la actualización de realidades invisibles que actúan en la vida de cada uno. Lo subraya en un sermón (64, 1-2) a propósito de la Pascua, que debe celebrarse en todo tiempo del año, «no como algo del pasado, sino más bien como un acontecimiento del presente». Todo esto se enmarca en un proyecto preciso, insiste el santo Pontífice: así como el Creador animó con el soplo de la vida racional al hombre modelado con el barro de la tierra, del mismo modo, tras el pecado original, envió a su Hijo al mundo para restituir al hombre la dignidad perdida y destruir el dominio del diablo mediante la nueva vida de la gracia».
(Audiencia General BENEDICTO XVI el 5 de Marzo de 2008, aquí)
SAN CIRILO DE ALEJANDRIA
Aclamado Doctor en 1882 por León XIII
Fiesta Litúrgica: 27 de Junio
- Último representante de relieve de la tradición alejandrina.
- Fue definido como «custodio de la exactitud» e incluoso como «sello de los Padres».
- Es característico de Cirilo la constante referencia a los autores eclesiásticos precedentes con el objetivo de mostrar la continuidad de la propia teología con la tradición.
- Venerado como santo tanto en Oriente como en Occidente.
- Los escrito de san Cirilo son de importancia primaria para la historia del cristianismo.
- Son de gran importancia también sus muchas obras doctrinales, en las que aparece continuamente la defensa de la fe trinitaria contra las tesis arrianas y contra las de Nestorio.
«La fe cristiana es ante todo encuentro con Jesús, «una Persona que da un nuevo horizonte a la vida» (Deus caritas est, 1). San Cirilo de Alejandría fue un incansable y firme testigo de Jesucristo, Verbo de Dios encarnado, subrayando sobre todo la unidad, como repite en el año 433, en la primera carta (PG 77, 228-237) al obispo Sucenso: «Uno solo es el Hijo, uno solo el Señor Jesucristo, ya sea antes de la encarnación ya después de la encarnación. En efecto, no era un Hijo el Logos nacido de Dios Padre, y otro el nacido de la santísima Virgen; sino que creemos que precisamente Aquel que existe antes de los tiempos nació también según la carne de una mujer». Esta afirmación, más allá de su significado doctrinal, muestra que la fe en Jesús Logos nacido del Padre está también muy arraigada en la historia, pues, como afirma san Cirilo, este mismo Jesús entró en el tiempo al nacer de María, la Theotokos, y estará siempre con nosotros, según su promesa. Y esto es importante: Dios es eterno, nació de una mujer y sigue con nosotros cada día. En esta confianza vivimos, en esta confianza encontramos el camino de nuestra vida».
(Audiencia General BENEDICTO XVI el 3 de Octubre de 2007, aquí)
SAN LORENZO DE BRINDISI
Aclamado Doctor en 1959 por Juan XXIII
Fiesta Litúrgica: 21 de julio
- Gracias al dominio que tenía de muchos idiomas pudo realizar un intenso apostolado entre diversas clases de personas.
- Predicador eficaz.
- Teólogo versado en la Sagrada Escritura y en los Padres de la Iglesia.
- Con exposición clara y serena, mostraba el fundamento bíblico y patrístico de todos los artículos de fe puestos en discusión por Marín Lutero.
«Otro rasgo que caracteriza la obra de este hijo de san Francisco es su trabajo en favor de la paz. Tanto los Sumos Pontífices como los príncipes católicos le confiaron en varias ocasiones importantes misiones diplomáticas para dirimir controversias y fomentar la concordia entre los Estados europeos, amenazados en aquel tiempo por el Imperio otomano. La autoridad moral de que gozaba lo convertía en consejero buscado y escuchado. Hoy, como en los tiempos de san Lorenzo, el mundo tiene necesidad paz, tiene necesidad de hombres y mujeres pacíficos y pacificadores. Todos los que creen en Dios deben ser siempre fuentes y artífices de paz. Precisamente con ocasión de una de estas misiones diplomáticas Lorenzo terminó su vida terrena, en 1619, en Lisboa, donde había ido para encontrarse con el rey de España, Felipe III, a fin de defender la causa de sus súbditos napolitanos maltratados por las autoridades locales».
(Audiencia General BENEDICTO XVI el 23 de Marzo de 2011, aquí)
SAN PEDRO CANISIO
Aclamado Doctor en 1925 por Pío XI
Fiesta Litúrgica: 21 de diciembre
- Preparó la publicación de su Catecismo, (en Alemania la gente llama al Catecismo simplemente el Canisio)
- Estableció en los países germánicos una tupida red de comunidades de su Orden.
- Participó en el coloquio de Worms con los líderes protestantes.
- Desempeñó el cargo de nuncio pontificio en Polonia.
- Participó en las dos Dietas de Augusta.
- Acompañó al cardenal Estanislao Hzojusz, legado del Papa Pío IV ante el emperador Fernando.
- Intervino en la sesión final del concilio de Trento.
«En la espiritualidad de san Canisio es característica una profunda amistad personal con Jesús. Escribe, por ejemplo, el 4 de septiembre de 1549 en su diario, hablando con el Señor: «Tú, al final, como si me abrieras el corazón del Sacratísimo Cuerpo, que me parecía ver ante mí, me mandaste que bebiera en ese manantial, invitándome, por decirlo así, a beber las aguas de mi salvación en tus fuentes, oh Salvador mío». Luego ve que el Salvador le da un vestido con tres partes, que se llaman paz, amor y perseverancia. Y con este vestido compuesto de paz, amor y perseverancia, Canisio llevó a cabo su obra de renovación del catolicismo. Su amistad con Jesús —que es el centro de su personalidad—, alimentada por el amor a la Biblia, por el amor al Sacramento, por el amor a los Padres, estaba claramente unida a la conciencia de ser en la Iglesia un continuador de la misión de los Apóstoles. Y esto nos recuerda que todo auténtico evangelizador siempre es un instrumento unido —y por eso fecundo— con Jesús y con su Iglesia».
(Audiencia General BENEDICTO XVI el 9 de Febrero de 2011, aquí)
SAN CIRILO DE JERUSALEN
Aclamado Doctor en 1882 por León XIII
Fiesta Litúrgica: 18 de Mayo
- En su vida se entrecruzan dos dimensiones:
- La solicitud pastoral, y
- La implicación, a su pesar, de las intensas controversias que afligían entonces a la Iglesia de Oriente.
- En dos décadas sufrió tres destierros:
- Cuando fue depuesto por un Sínodo a Jerusalén.
- Por obra de Acacio.
- Por iniciativa del emperador filo – arriano Valente.
«Su ortodoxia, puesta en duda por algunas fuentes de aquel tiempo, la atestiguan otras fuentes igualmente históricas. La más autorizada de ellas es la carta sinodal del año 382, después del segundo concilio ecuménico de Constantinopla (381), en el que san Cirilo habrá participado con un papel cualificado. En esa carta, enviada al Pontífice Romano, los obispos orientales reconocen oficialmente la más absoluta ortodoxia de san Cirilo, la legitimidad de su ordenación episcopal y los méritos de su servicio pastoral, que concluyó con su muerte en el año 387».
(Audiencia General BENEDICTO XVI el 27 de Junio de 2007, aquí)
SANTA CATALINA DE SIENA
Aclamada Doctora en 1970 por Pablo VI
Fiesta Litúrgica: 30 de abril
- Se dedicó a la oración, a la penitencia y a las obras de caridad.
- Nombrada copatrona de Europa por Juan Pablo II.
- Su doctrina está contenida en El Diálogo de la Divina Providencia o Libro de la Divina Doctrina, en su Epistolario y en la colección de las Oraciones.
«Como la santa de Siena, todo creyente siente la necesidad de uniformarse a los sentimientos del corazón de Cristo para amar a Dios y al prójimo como Cristo mismo ama. Y todos nosotros podemos dejarnos transformar el corazón y aprender a amar como Cristo, en una familiaridad con él alimentada con la oración, con la meditación sobre la Palabra de Dios y con los sacramentos, sobre todo recibiendo frecuentemente y con devoción la sagrada Comunión. También Catalina pertenece a la legión de santos eucarísticos con los cuales quise concluir mi exhortación apostólica Sacramentum caritatis (cf. n. 94). Queridos hermanos y hermanas, la Eucaristía es un extraordinario don de amor que Dios nos renueva continuamente para alimentar nuestro camino de fe, fortalecer nuestra esperanza, inflamar nuestra caridad, para hacernos cada vez más semejantes a él».
(Audiencia General BENEDICTO XVI el 24 de Noviembre de 2010, aquí)
SAN JUAN DE ÁVILA
Aclamado Doctor en 2012 por Benedicto XVI
Fiesta Litúrgica: 10 de mayo
- Juan de Ávila fue uno de los maestros espirituales más prestigiosos y consultados de su tiempo.
- Aunque el «Padre Maestro Ávila» fue, ante todo, un predicador, no dejó de hacer magistral uso de su pluma para exponer sus enseñanzas.
- Aludía constantemente al bautismo y a la redención para impulsar a la santidad.
- Eslabón imprescindible en el proceso histórico de sistematización de la doctrina sobre el sacerdocio.
- Es muy de notar su profundo conocimiento de la Biblia.
«San Juan de Ávila vivió en el siglo XVI. Profundo conocedor de las Sagradas Escrituras, estaba dotado de un ardiente espíritu misionero. Supo penetrar con singular profundidad en los misterios de la redención obrada por Cristo para la humanidad. Hombre de Dios, unía la oración constante con la acción apostólica. Se dedicó a la predicación y al incremento de la práctica de los sacramentos, concentrando sus esfuerzos en mejorar la formación de los candidatos al sacerdocio, de los religiosos y los laicos, con vistas a una fecunda reforma de la Iglesia».
(Carta Apostólica de proclamación de San Juan de Ávila como Doctor de la Iglesia y Homilía del 7 de Octubre de 2012, aquí)
SAN GREGORIO NACIANCENO
Aclamado Doctor en 1568 por San Pío V
Fiesta Litúrgica: 2 de enero
- Ilustre teólogo, orador y defensor de la fe cristiana en el siglo IV.
- Era un hombre manso, y en su vida siempre trató de promover la paz en la Iglesia de su tiempo, desgarrada por discordias y herejías.
- Fue llamado a Constantinopla para dirigir a la pequeña comunidad católica, fiel al concilio de Nicea y a la fe trinitaria.
- Hizo resplandecer la luz de la Trinidad.
- Se encontró en una situación de minoría, rodeado de hostilidad.
- Recibió el apelativo de «teólogo».
- Mientras participaba en el segundo concilio ecuménico, san Gregorio fue elegido obispo de Constantinopla y asumió la presidencia del Concilio.
- Inmediatamente se desencadenó una fuerte oposición contra él.
- En un clima de tensión, dimitió.
«San Gregorio destacó con fuerza la plena humanidad de Cristo: para redimir al hombre en su totalidad de cuerpo, alma y espíritu, Cristo asumió todos los componentes de la naturaleza humana; de lo contrario, el hombre no hubiera sido salvado. Contra la herejía de Apolinar, el cual aseguraba que Jesucristo no había asumido un alma racional, san Gregorio afronta el problema a la luz del misterio de la salvación: «Lo que no ha sido asumido no ha sido curado» (Ep. 101, 32: SC 208, 50), y si Cristo no hubiera tenido «intelecto racional, ¿cómo habría podido ser hombre?» (Ep. 101, 34: SC 208, 50). Precisamente nuestro intelecto, nuestra razón, tenía y tiene necesidad de la relación, del encuentro con Dios en Cristo. Al hacerse hombre, Cristo nos dio la posibilidad de llegar a ser como él. El Nacianceno exhorta: «Tratemos de ser como Cristo, pues también Cristo se hizo como nosotros: tratemos de ser dioses por medio de él, pues él mismo se hizo hombre por nosotros. Cargó con lo peor, para darnos lo mejor» (Oratio 1, 5: SC 247, 78)».
(Audiencias Generales BENEDICTO XVI el 8 y 22 de Agosto de 2007, aquí)
SAN JUAN CRISÓSTOMO
Aclamado Doctor en 1568 por San Pío V
Fiesta Litúrgica: 13 de septiembre
- Llamado «boca de oro» por su elocuencia.
- Pronunció homilías contra los arrianos, seguidas de las conmemorativas de los mártires antioquenos y de otras sobre las principales festividades litúrgicas.
- De él nos han llegado:
- 17 tratados.
- Más de 700 homilías auténticas.
- Los comentarios a san Mateo y a san Pablo.
- Y 241 cartas.
- Transmitió la doctrina tradicional y segura de la iglesia en una época de controversias teológicas suscirtas sobre todo por el arrianismo.
- Su teología es exquisitamente pastoral.
- Su proyecto pastoral se insertaba en la vida de la Iglesia, en la que los fieles laicos con el bautismos asumen el oficio sacerdotal, real y profético.
«Al final de su vida, desde el destierro en las fronteras de Armenia, «el lugar más desierto del mundo», san Juan, enlazando con su primera predicación del año 386, retomó un tema muy importante para él: Dios tiene un plan para la humanidad, un plan «inefable e incomprensible», pero seguramente guiado por él con amor (cf. Sobre la Providencia 2, 6). Esta es nuestra certeza. Aunque no podamos descifrar los detalles de la historia personal y colectiva, sabemos que el plan de Dios se inspira siempre en su amor.»
(Audiencias Generales BENEDICTO XVI el 19 y 26 de Septiembre de 2007, aquí)
SAN JUAN DAMASCENO
Aclamado Doctor en 1890 por León XIII
Fiesta Litúrgica: 4 de diciembre
- Gran doctor en la historia de la Iglesia universal.
- Uno de los primeros en distinguir, en el culto público y privado de los critianos, entre la adoración y la veneración.
- Testigo privilegiado del culto de las imágenes.
«Con asombro apasionado san Juan explica: «Era necesario que la naturaleza fuese reforzada y renovada, y que se indicara y enseñara concretamente el camino de la virtud (didachthenai aretes hodòn), que aleja de la corrupción y lleva a la vida eterna. (…) Así apareció en el horizonte de la historia el gran mar del amor de Dios por el hombre (philanthropias pelagos)». Es una hermosa afirmación. Vemos, por una parte, la belleza de la creación; y, por otra, la destrucción causada por la culpa humana. Pero vemos en el Hijo de Dios, que desciende para renovar la naturaleza, el mar del amor de Dios por el hombre. San Juan Damasceno prosigue: «Él mismo, el Creador y Señor, luchó por su criatura trasmitiéndole con el ejemplo su enseñanza. (…) Así, el Hijo de Dios, aun subsistiendo en la forma de Dios, descendió de los cielos y bajó (…) hasta sus siervos (…), realizando la cosa más nueva de todas, la única cosa verdaderamente nueva bajo el sol, a través de la cual se manifestó de hecho el poder infinito de Dios» (III, 1: PG 94, col. 981C984B)».
(Audiencia General BENEDICTO XVI el 6 de Mayo de 2009, aquí)
SANTO TOMÁS DE AQUINO
Aclamado Doctor en 1567 por San Pío V
Fiesta Litúrgica: 28 de enero
- «Doctor communis», también se le ha llamado «Doctor Angelicus»
- Entre sus grandes virtudes, destacan la sublimidad del pensamiento y la pureza de la vida.
- Producción literaria:
- Comentarios a la Sagrada Escritura.
- Comentarios a los escritos de Aristóteles.
- Summa Theologiae
- El Papa León XIII declaró a santo Tomás patrono de las escuelas y de las universidades católicas.
«Los últimos meses de la vida terrena de Tomás están rodeados por una clima especial, incluso diría misterioso. En diciembre de 1273 llamó a su amigo y secretario Reginaldo para comunicarle la decisión de interrumpir todo trabajo, porque durante la celebración de la misa había comprendido, mediante una revelación sobrenatural, que lo que había escrito hasta entonces era sólo «un montón de paja». Se trata de un episodio misterioso, que nos ayuda a comprender no sólo la humildad personal de Tomás, sino también el hecho de que todo lo que logramos pensar y decir sobre la fe, por más elevado y puro que sea, es superado infinitamente por la grandeza y la belleza de Dios, que se nos revelará plenamente en el Paraíso. Unos meses después, cada vez más absorto en una profunda meditación, Tomás murió mientras estaba de viaje hacia Lyon, a donde se dirigía para participar en el concilio ecuménico convocado por el Papa Gregorio x. Se apagó en la abadía cisterciense de Fossanova, después de haber recibido el viático con sentimientos de gran piedad.»
(Audiencias Generales BENEDICTO XVI el 2, 16 y 23 de Junio de 2010, aquí)
SAN AGUSTÍN
Aclamado Doctor den 1295 por Bonifacio VIII
Fiesta Litúrgica: 29 de Agosto
- El Padre más grande de la Iglesia latina.
- Ejerció una influencia enorme.
- El Padre de la Iglesia que ha dejado mayor número de obras.
- Se convirtió en uno de los exponentes más importantes del cristianismo de esa época.
- Mantuvo debates públicos con los herejes, (siempre buscaba el diálogo).
- Promovió la paz en las provincias africanas amenazadas por la tribus bárbaras del sur.
«Cuando leo los escritos de san Agustín no tengo la impresión de que se trate de un hombre que murió hace más o menos mil seiscientos años, sino que lo siento como un hombre de hoy: un amigo, un contemporáneo que me habla, que nos habla con su fe lozana y actual.
En san Agustín, que nos habla, que me habla a mí en sus escritos, vemos la actualidad permanente de su fe, de la fe que viene de Cristo, Verbo eterno encarnado, Hijo de Dios e Hijo del hombre. Y podemos ver que esta fe no es de ayer, aunque haya sido predicada ayer; es siempre actual, porque Cristo es realmente ayer, hoy y para siempre. Él es el camino, la verdad y la vida. De este modo san Agustín nos impulsa a confiar en este Cristo siempre vivo y a encontrar así el camino de la vida».(Audiencias Generales BENEDICTO XVI el 9, 16, y 30 de Enero de 2008, y 20 y 27 de Febrero de 2008 aquí)
SAN BUENAVENTURA
Aclamado Doctor en 1588 por Sixto V
Fiesta Litúrgica: 15 de Julio
- «Doctor Seráfico»
- Todo su pensamiento fue profundamente cristocéntrico, Jesucristo es la última Palabra de Dios.
- Rechaza la idea del ritmo triniario de la historia.
- En la base de su gobierno siempre encontramos la oración y el pensamiento.
«Para san Buenaventura toda nuestra vida es un «itinerario», una peregrinación, una subida hacia Dios. Pero sólo con nuestras fuerzas no podemos subir hasta la altura de Dios. Dios mismo debe ayudarnos, debe «tirar de nosotros» hacia arriba. Por eso es necesaria la oración. La oración —así dice el santo— es la madre y el origen de la elevación, «sursum actio», acción que nos eleva, dice san Buenaventura».
(Audiencias Generales BENEDICTO XVI el 3, 10 y 17 de Marzo de 2010, aquí)
SAN ANSELMO DE CANTERBURY
Aclamado Doctor en 1720 por Clemente XI
Fiesta Litúrgica: 21 de Abril
- Las tres actividades que caracterizaron la vida del santo fueron: la oración, el estudio y el gobierno.
- Fue nombrado prior del monasterio de Bec y maestro de la escuela claustral, con dotes de refinado educador.
- Se comprometió en una enérgica lucha por la ibertad de la Iglesia, manteniendo con valentía la independencia del poder espiritual respecto del temporal.
- Dedicó los últimos años de su vida a la formación moral del clero y a la investigación intelectual sobre temas teológicos.
- La tradición cristiana le ha dado el título de «doctor magnífico».
«Afirma claramente que quien quiere hacer teología no puede contar sólo con su inteligencia, sino que debe cultivar al mismo tiempo una profunda experiencia de fe. La actividad del teólogo, según san Anselmo, se desarrolla así en tres fases: la fe, don gratuito de Dios que hay que acoger con humildad; la experiencia, que consiste en encarnar la Palabra de Dios en la propia existencia cotidiana; y por último el verdadero conocimiento, que nunca es fruto de razonamientos asépticos, sino de una intuición contemplativa. Al respecto, para una sana investigación teológica y para quien quiera profundizar en las verdades de la fe, siguen siendo muy útiles también hoy sus célebres palabras: «No pretendo, Señor, penetrar en tu profundidad, porque no puedo ni siquiera de lejos confrontar con ella mi intelecto; pero deseo entender, al menos hasta cierto punto, tu verdad, que mi corazón cree y ama. No busco entender para creer, sino que creo para entender» (ib., 1)».
(Audiencia General BENEDICTO XVI el 23 de Septiembre de 2009, aquí)
SAN JUAN DE LA CRUZ
Aclamado Doctor en 1926 por Pío XI
Fiesta Litúrgica: 14 de diciembre
- Doctor mysticus, «doctor místico».
- a petición de santa Teresa, se convirtió en confesor y vicario del monasterio de la Encarnación de Ávila.
- Sus mayores obras son cuatro:
- Subida al Monte Carmelo,
- Noche oscura,
- Cántico espiritual y
- Llama de amor viva.
«Si un hombre lleva dentro de sí un gran amor, este amor le da casi alas, y soporta más fácilmente todas las molestias de la vida, porque lleva en sí esta gran luz; esta es la fe: ser amado por Dios y dejarse amar por Dios en Jesucristo. Este dejarse amar es la luz que nos ayuda a llevar el peso de cada día. Y la santidad no es una obra nuestra, muy difícil, sino precisamente esta «apertura»: abrir las ventanas de nuestra alma para que la luz de Dios pueda entrar; no olvidar a Dios porque precisamente en la apertura a su luz se encuentra fuerza, se encuentra la alegría de los redimidos. Oremos al Señor para que nos ayude a encontrar esta santidad, dejarse amar por Dios, que es la vocación de todos y la verdadera redención».
(Audiencia General BENEDICTO XVI el 16 de Febrero de 2011, aquí)
SAN GREGORIO MAGNO
Aclamado Doctor en 1295 por Bonifacio VIII
Fiesta Litúrgica: 3 de septiembre
- Uno de los cuatro doctores de Occidente.
- El clero, el pueblo y el senado fueron unánimes en elegirlo precisamente a él, como sucesor en la Sede de Pedro. Trató de resistirse, incluso intentando la fuga, pero todo fue inútil: al final tuvo que hacerlo.
- De su gobierno se conserva una amplia documentación gracias al Registro de sus cartas, (aproximadamente 800).
- Se preocupó de la conversión de los pueblos jóvenes y de la nueva organización civil de Europa.
- En sus escritos sólo quiere ser la boca de Cristo y de su Iglesia.
- Insiste en el deber de que el pastor reconozca cada día su propia miseria, de manera que el orgullo no haga vano a los ojos del Juez supremo el bien realizado.
«Junto a la acción meramente espiritual y pastoral, el Papa san Gregorio fue protagonista activo también de una múltiple actividad social. Con las rentas del conspicuo patrimonio que la Sede romana poseía en Italia, especialmente en Sicilia, compró y distribuyó trigo, socorrió a quienes se encontraban en situación de necesidad, ayudó a sacerdotes, monjes y monjas que vivían en la indigencia, pagó rescates de ciudadanos que habían caído prisioneros de los longobardos, compró armisticios y treguas. Además desarrolló, tanto en Roma como en otras partes de Italia, una atenta labor de reforma administrativa, dando instrucciones precisas para que los bienes de la Iglesia, útiles para su subsistencia y su obra evangelizadora en el mundo, se gestionaran con total rectitud y según las reglas de la justicia y de la misericordia. Exigía que los colonos fueran protegidos de los abusos de los concesionarios de las tierras de propiedad de la Iglesia y, en caso de fraude, que se les indemnizara con prontitud, para que el rostro de la Esposa de Cristo no se contaminara con beneficios injustos».
(Audiencias Generales BENEDICTO XVI el 28 de Mayo de 2008 y 4 de Junio de 2008 aquí)
SANTA TERESA DE JESÚS
Aclamada Doctora en 1970 por Pablo VI
Fiesta Litúrgica: 15 de octubre
- Obra literaria:
- Camino de la perfección, (Avisos y consejos que da Teresa de Jesús a sus hermanas)
- Libro de la vida, (Libro de las misericordias del Señor)
- Propone las virtudes evangélicas como base de toda la vida cristiana y humana.
- Verdadera «mistagogia»: al lector de sus obras le enseña a orar rezando ella misma con él.
- La perfección, como aspiración de toda la vida cristiana y meta final de la misma.
«Teresa hablará de sus lecturas de la infancia y afirmará que en ellas descubrió la verdad, que resume en dos principios fundamentales: por un lado «el hecho de que todo lo que pertenece al mundo de aquí, pasa»; y, por otro, que sólo Dios es «para siempre, siempre, siempre», tema que se reitera en la famosísima poesía «Nada te turbe / nada te espante; / todo se pasa. / Dios no se muda; / la paciencia todo lo alcanza; / quien a Dios tiene / nada le falta / ¡Sólo Dios basta!». Al quedar huérfana de madre a los 12 años, pide a la santísima Virgen que le haga de madre (cf. Vida 1, 7)».
(Audiencia General BENEDICTO XVI el 2 de Febrero de 2011, aquí)
LAS RAZONES POR LAS CUALES CONSIDERAMOS QUE
JOSEPH RATZINGER DEBE SER DOCTOR
Ratzinger habla diez idiomas, de los que domina por lo menos seis: alemán, italiano, francés, latín, inglés y español. Además, lee el griego antiguo y el hebreo. Es miembro de varias academias científicas de Europa y ha recibido ocho doctorados honoris causa de diferentes universidades (entre otras, de la Universidad de Navarra en 1998 y de la Pontificia Universidad Católica del Perú en 1986); además es ciudadano honorífico de las comunidades de Pentling (1987), Marktl (1997), Traunstein (2006) y Ratisbona (2006).
Ratzinger ingresó como profesor en la Universidad de Bonn en 1959; su conferencia inaugural fue acerca de «el Dios de la fe y el Dios de la filosofía». En 1963 se fue a la Universidad de Münster, donde al dar su conferencia inaugural ya era bien conocido como teólogo. En el Concilio Vaticano II, sirvió como asesor teológico del cardenal Joseph Frings de Colonia, y luego trabajó por defender el Concilio en sus distintos documentos, incluyendo “Nostra Aetate”, el documento que habla acerca del respeto hacia otras religiones y sobre el derecho a la libertad religiosa. Fue visto durante el tiempo del Concilio como un reformista convencido.
En 1972, fundó la publicación teológica Communio junto con Hans Urs von Balthasar, Henri de Lubac y otros. “Communio”, hoy publicada en diecisiete idiomas (alemán, inglés y español, entre otros), se ha convertido en una de las publicaciones católicas más influyentes del mundo.
Como joven profesor de teología, abría a sus alumnos a pensadores en aquel momento considerados avanzados, y que en aquella época incluso tuvieron problemas con la jerarquía católica, como Yves Congar o Henri de Lubac, además de autores protestantes como Karl Barth, Oscar Cullmann o Dietrich Bonhoeffer. Ello le acarreó los recelos del catolicismo más conservador.
Entendía que había que superar la abstracción metafísica de la Neoescolástica en la que consideraba estaba atrapada la Teología Católica. Defendía la necesidad de abrirse a un nuevo lenguaje que, partiendo del Evangelio, conectase existencialmente con las inquietudes del hombre concreto contemporáneo. En ese sentido, no ha ocultado la influencia en su enfoque de la filosofía de existencialistas como Heidegger o Karl Jaspers.
Como asesor en el Concilio Vaticano II del cardenal Frings, defendió un debate abierto y una elaboración de los textos creativa y una nueva manera de exponer las verdades centrales del cristianismo, como la Revelación o la Salvación. (Así lo recuerda en el libro La Sal de la Tierra)
En su estudio sobre la Teología de la Historia en san Buenaventura, aparecen ya algunas constantes de su pensamiento. Para Ratzinger, la fe de la Iglesia ha de fundamentarse en el mensaje de liberación del Evangelio y en la tradición más primigenia del cristianismo, (en particular los Padres de la Iglesia) de los que es posible hacer una relectura significativa para el hombre de hoy. Esto no significa, según él, la defensa del pasado, porque entiende que el depósito de la fe es inagotable, ha de entenderse vivencialmente de un modo dinámico y, por lo tanto, está siempre proyectado hacia lo nuevo.
En el terreno moral, ha insistido en que el «cristianismo no es un moralismo». La fe en Jesús se basa en la humildad que vive del amor gratuito recibido (gracia), más allá del mérito y el rigorismo.
Sobre la Escatología, escribió una obra del mismo título donde pretende dar respuesta teológica a una sociedad burguesa atenazada por el miedo al sufrimiento y la muerte.
Joseph Ratzinger, ha escrito gran cantidad de obras escritas tanto en libros como artículos, junto a lo escrito como Papa Benedicto XVI entre las que podemos citar sus tres encíclicas y su Trilogía sobre la figura de Jesús de Nazaret convertida en uno de los libros más vendidos.
PUNTOS COMUNES A DOCTORES DE LA IGLESIA PROCLAMADOS
- Con San Atanasio de Alejandría tiene en común que ambos acompañaron a sus respectivos obispos a un Concilio.
- Con San Basilio el grande tienen en común que era escritor, el interés en el mejoramiento y reforma de la Liturgia.
- Con San Jerónimo tiene en común que ambos son grandes eruditos de una gran preparación. También Joseph Ratzinger con sus conocimientos en las lenguas clásicas como el latín y el griego fue un gran exegeta.
- San Agustín es uno de los Padres de la Iglesia más importante y cuyo pensamiento ha sido de gran influencia en Joseph Ratzinger en los que se haya una gran similitud y coincidencias entre la que podemos destacar la fe y razón no están en oposición sino que son complementarias.
- San Anselmo de Canterbury tiene varias coincidencias aparte de ser Teólogo coincide en su pensamiento ambos tratan el binomio fe y razón. Seguían a San Agustín.
- Con San Bernardo de Claraval tiene la coincidencia de las fuentes de su pensamiento basado en las Sagradas Escrituras y en la tradición Cristiana. Seguían a San Agustín.
- Con San Buenaventura fue uno de los autores en los que se inspiró Joseph Ratzinger en su época de estudiante. Al igual que él participó en un Concilio y ambos tuvieron un papel relevante. Otro punto de coincidencia es que ambos destacaron por sus escritos de amor a Jesucristo.
- Con San Pedro Canisio ambos defendían la religión católica con toda el alma y ambos elaboraron un Catecismo.
- Con San Roberto Belarmino tiene en común que elaboraron catecismos.
SAN PEDRO CRISÓLOGO (REFERENCIAS DE BENEDICTO XVI)
SAN PEDRO CRISÓLOGO
- San Pedro Crisólogo nació en Imola (Italia)
- Fue Obispo de Rávena.
- Llamado «Palabra de Oro»
- Aclamado Doctor de la Iglesia por Benedicto XIII en 1729
REFERENCIAS DE BENEDICTO XVI A SAN PEDRO CRISÓLOGO
DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI EN LA FIESTA DE ACOGIDA DE LOS JÓVENES EN EL EMBARCADERO DEL POLLER RHEINWIESEN, COLONIA, CON MOTIVO DE LA XX JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD (Jueves, 18 de agosto de 2005)
Podemos imaginar el asombro de los Magos ante el Niño en pañales. Sólo la fe les permitió reconocer en la figura de aquel niño al Rey que buscaban, al Dios al que la estrella los había guiado. En él, cubriendo el abismo entre lo finito y lo infinito, entre lo visible y lo invisible, el Eterno ha entrado en el tiempo, el Misterio se ha dado a conocer, mostrándose ante nosotros en los frágiles miembros de un niño recién nacido. «Los Magos están asombrados ante lo que allí contemplan: el cielo en la tierra y la tierra en el cielo; el hombre en Dios y Dios en el hombre; ven encerrado en un pequeñísimo cuerpo aquello que no puede ser contenido en todo el mundo»(san Pedro Crisólogo, Sermón 160, 2). Durante estas jornadas, en este «Año de la Eucaristía», contemplaremos con el mismo asombro a Cristo presente en el Tabernáculo de la misericordia, en el Sacramento del altar.
MENSAJE PARA LA CUARESMA 2009: «JESÚS, DESPUÉS DE HACER UN AYUNO DURANTE CUARENTA DÍAS Y CUARENTA NOCHES, AL FIN SINTIÓ HAMBRE» (MT 4,2)
La práctica del ayuno está muy presente en la primera comunidad cristiana (cfr. Hch 13,3; 14,22; 27,21; 2Co 6,5). También los Padres de la Iglesia hablan de la fuerza del ayuno, capaz de frenar el pecado, reprimir los deseos del “viejo Adán” y abrir en el corazón del creyente el camino hacia Dios. El ayuno es, además, una práctica recurrente y recomendada por los santos de todas las épocas. Escribe San Pedro Crisólogo: “El ayuno es el alma de la oración, y la misericordia es la vida del ayuno. Por tanto, quien ora, que ayune; quien ayuna, que se compadezca; que preste oídos a quien le suplica aquel que, al suplicar, desea que se le oiga, pues Dios presta oído a quien no cierra los suyos al que le súplica” (Sermo 43: PL 52, 320, 332).
AUDIENCIA GENERAL: «HIMNO A LA GRANDEZA Y BONDAD DE DIOS» (Miércoles, 1 de febrero de 2006)
(…) «El Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas» (v. 9). Se trata de palabras que conviene meditar, palabras de consuelo, con las que el Señor nos da una certeza para nuestra vida.
A este propósito, san Pedro Crisólogo (380 ca. 450 ca.) en el Segundo discurso sobre el ayuno: «»Son grandes las obras del Señor». Pero esta grandeza que vemos en la grandeza de la creación, este poder es superado por la grandeza de la misericordia. En efecto, el profeta dijo: «Son grandes las obras de Dios»; y en otro pasaje añade: «Su misericordia es superior a todas sus obras». La misericordia, hermanos, llena el cielo y llena la tierra. (…) Precisamente por eso, la grande, generosa y única misericordia de Cristo, que reservó cualquier juicio para el último día, asignó todo el tiempo del hombre a la tregua de la penitencia. (…) Precisamente por eso, confía plenamente en la misericordia el profeta que no confiaba en su propia justicia: «Misericordia, Dios mío —dice— por tu bondad» (Sal 50, 3)» (42, 4-5: Discursos 1-62 bis, Scrittori dell area santambrosiana, 1, Milán-Roma 1996, pp. 299. 301).
23/03/2011 – SAN LORENZO DE BRINDIS (AUDIENCIA GENERAL)
SAN LORENZO DE BRINDIS
AUDIENCIA GENERAL
BENEDICTO XVI
Plaza de San Pedro
Miércoles 23 de marzo de 2011
Queridos hermanos y hermanas:
Recuerdo aún con alegría la acogida festiva que me reservaron en 2008 en Brindis, la ciudad donde nació, en 1559, un insigne doctor de la Iglesia, san Lorenzo de Brindis, nombre que Giulio Cesare Rossi asumió al entrar en la Orden de los capuchinos. Desde la infancia se sintió atraído por la familia de san Francisco de Asís. De hecho, huérfano de padre a los siete años, fue encomendado por su madre a los cuidados de los frailes conventuales de su ciudad. Algunos años después, sin embargo, se trasladó con su madre a Venecia, y precisamente en el Véneto conoció a los capuchinos, quienes en aquel tiempo se habían puesto generosamente al servicio de toda la Iglesia para incrementar la gran reforma espiritual impulsada por el Concilio de Trento. En 1575 Lorenzo, con la profesión religiosa, se convirtió en fraile capuchino y en 1582 fue ordenado sacerdote. Ya durante los estudios eclesiásticos mostró las eminentes cualidades intelectuales de las que estaba dotado. Aprendió fácilmente las lenguas antiguas, como el griego, el hebreo y el siriaco, y las modernas, como el francés y el alemán, que se añadían al conocimiento de la lengua italiana y de la latina, que en esa época se hablaba con fluidez entre los eclesiásticos y los hombres de cultura.
Gracias al dominio de tantos idiomas Lorenzo pudo realizar un intenso apostolado entre diversas clases de personas. Predicador eficaz, conocía de modo tan profundo no sólo la Biblia, pero también la literatura rabínica, que los propios rabinos se quedaban asombrados y admirados, y le manifestaban estima y respeto. Teólogo versado en la Sagrada Escritura y en los Padres de la Iglesia, era capaz de ilustrar de modo ejemplar la doctrina católica también a los cristianos que habían adherido a la Reforma, sobre todo en Alemania. Con su exposición clara y serena, mostraba el fundamento bíblico y patrístico de todos los artículos de fe puestos en discusión por Martín Lutero. Entre ellos el primado de san Pedro y de sus sucesores, el origen divino del episcopado, la justificación como transformación interior del hombre y la necesidad de las buenas obras para la salvación.
El éxito alcanzado por Lorenzo nos ayuda a comprender que también hoy, al proseguir con gran esperanza el diálogo ecuménico, la confrontación con la Sagrada Escritura, leída en la Tradición de la Iglesia, constituye un elemento irrenunciable y de fundamental importancia, como recordé en la exhortación apostólica Verbum Domini (n. 46).
Incluso los fieles más sencillos, no dotados de gran cultura, se beneficiaron de la palabra convincente de Lorenzo, que se dirigía a la gente humilde para exhortar a todos a la coherencia de la propia vida con la fe profesada. Esto fue un gran mérito de los capuchinos y de otras Órdenes religiosas, que en los siglos XVI y XVII, contribuyeron a la renovación de la vida cristiana penetrando a fondo en la sociedad con su testimonio de vida y su enseñanza. También hoy la nueva evangelización necesita apóstoles bien preparados, celosos y valientes, para que la luz y la belleza del Evangelio prevalezcan sobre las orientaciones culturales del relativismo ético y de la indiferencia religiosa, y transformen los distintos modos de pensar y de actuar en un auténtico humanismo cristiano.
Es sorprendente que san Lorenzo de Brindis haya podido llevar a cabo ininterrumpidamente esta actividad de apreciado e infatigable predicador en muchas ciudades de Italia y en distintos países, aunque desempeñara otros cargos gravosos y de gran responsabilidad. De hecho, en el seno de la Orden de los capuchinos
- fue profesor de teología,
- maestro de novicios,
- varias veces ministro provincial y definidor general y, por último,
- ministro general de 1602 a 1605.
En medio de tantos trabajos, Lorenzo cultivó una vida espiritual de fervor excepcional, dedicando mucho tiempo a la oración y de modo especial a la celebración de la santa misa, que a menudo prolongaba durante horas, absorto y conmovido en el memorial de la pasión, muerte y resurrección del Señor. En la escuela de los santos, todo presbítero, como se subrayó en repetidas ocasiones durante el reciente Año sacerdotal, solamente puede evitar el peligro del activismo, es decir, de actuar olvidando las motivaciones profundas del ministerio, si cuida su propia vida interior. Hablando a los sacerdotes y a los seminaristas en la catedral de Brindis, ciudad natal de san Lorenzo, recordé que
«los momentos de oración son los más importantes de la vida del sacerdote, los momentos en que actúa con más eficacia la gracia divina, dando fecundidad a su ministerio. Orar es el primer servicio que es preciso prestar a la comunidad. Por eso, los momentos de oración deben tener una verdadera prioridad en nuestra vida. (…) Si no estamos interiormente en comunión con Dios, no podemos dar nada tampoco a los demás. Por eso, Dios es la primera prioridad. Siempre debemos reservar el tiempo necesario para estar en comunión de oración con nuestro Señor» (Discurso del 15 de junio de 2008: L’Osservatore Romano, edición en lengua española, 27 de junio de 2008, p. 13).
Por lo demás, con el ardor inconfundible de su estilo, Lorenzo exhorta a todos, no sólo a los sacerdotes, a cultivar la vida de oración porque por medio de ella nosotros hablamos a Dios y Dios nos habla a nosotros:
«¡Oh, si tuviésemos en cuenta esta realidad! —exclama—, es decir, que Dios está verdaderamente presente en nosotros cuando le hablamos orando; que escucha de verdad nuestra oración, aunque nosotros sólo recemos con el corazón y con la mente; y que no sólo está presente y nos escucha; más aún, puede y desea contestar de buen grado y con el máximo placer a nuestras preguntas».
Otro rasgo que caracteriza la obra de este hijo de san Francisco es su trabajo en favor de la paz. Tanto los Sumos Pontífices como los príncipes católicos le confiaron en varias ocasiones importantes misiones diplomáticas para dirimir controversias y fomentar la concordia entre los Estados europeos, amenazados en aquel tiempo por el Imperio otomano. La autoridad moral de que gozaba lo convertía en consejero buscado y escuchado. Hoy, como en los tiempos de san Lorenzo, el mundo tiene necesidad paz, tiene necesidad de hombres y mujeres pacíficos y pacificadores. Todos los que creen en Dios deben ser siempre fuentes y artífices de paz. Precisamente con ocasión de una de estas misiones diplomáticas Lorenzo terminó su vida terrena, en 1619, en Lisboa, donde había ido para encontrarse con el rey de España, Felipe III, a fin de defender la causa de sus súbditos napolitanos maltratados por las autoridades locales.
Fue canonizado en 1881 y, por su vigorosa e intensa actividad, por su amplia y armoniosa ciencia, mereció el título de Doctor apostolicus, «Doctor apostólico», que le otorgó el beato Papa Juan XXIII en 1959, con ocasión del cuarto centenario de su nacimiento. Ese reconocimiento se le concedió a Lorenzo de Brindis también porque fue autor de numerosas obras de exégesis bíblica, de teología y de escritos destinados a la predicación. En esas obras ofrece una presentación sistemática de la historia de la salvación, centrada en el misterio de la Encarnación, la mayor manifestación del amor divino a los hombres. Además, siendo un mariólogo de gran valor, autor de una colección de sermones sobre la Virgen titulada «Mariale», pone de relieve el papel único de la Virgen María, de la que afirma con claridad la Inmaculada Concepción y la cooperación en la obra de la redención realizada en Cristo.
Con fina sensibilidad teológica, Lorenzo de Brindis también puso de relieve la acción del Espíritu Santo en la vida del creyente. Nos recuerda que, con sus dones, la Tercera Persona de la Santísima Trinidad nos ilumina y ayuda en nuestro compromiso de vivir con alegría el mensaje del Evangelio. «El Espíritu Santo —escribe san Lorenzo— hace dulce el yugo de la ley divina y ligero su peso, de manera que guardemos los mandamientos de Dios con gran facilidad, incluso de buen grado».
Quiero completar esta breve presentación de la vida y de la doctrina de san Lorenzo de Brindis, destacando que toda su actividad se inspiró en un gran amor a la Sagrada Escritura, que se sabía ampliamente de memoria, y en la convicción de que la escucha y la acogida de la Palabra de Dios produce una transformación interior que nos lleva a la santidad.
«La Palabra del Señor —afirma— es luz para la inteligencia y fuego para la voluntad, a fin de que el hombre pueda conocer y amar a Dios. Para el hombre interior, que por medio de la gracia vive del Espíritu de Dios, es pan y agua, pero pan más dulce que la miel y agua mejor que el vino y la leche. (…) Es un martillo contra un corazón duramente obstinado en los vicios. Es una espada contra la carne, el mundo y el demonio, para destruir todo pecado».
San Lorenzo de Brindis nos enseña a amar la Sagrada Escritura, a crecer en la familiaridad con ella, a cultivar diariamente la relación de amistad con el Señor en la oración, para que todas nuestras acciones, todas nuestras actividades tengan en él su comienzo y su realización. Esta es la fuente a la que es preciso acudir para que nuestro testimonio cristiano sea luminoso y capaz de conducir a los hombres de nuestro tiempo hasta Dios.
23/02/2011 – SAN ROBERTO BELARMINO (AUDIENCIA GENERAL)
SAN ROBERTO BELARMINO
AUDIENCIA GENERAL
BENEDICTO XVI
Sala Pablo VI
Miércoles 23 de febrero de 2011
Queridos hermanos y hermanas:
San Roberto Belarmino, del cual deseo hablaros hoy, nos lleva con la memoria al tiempo de la dolorosa escisión de la cristiandad occidental, cuando una grave crisis política y religiosa provocó la separación de naciones enteras de la Sede apostólica.
Nació el 4 de octubre de 1542 en Montepulciano, cerca de Siena. Era sobrino, por parte de madre, del Papa Marcelo II. Recibió una excelente formación humanística antes de entrar en la Compañía de Jesús el 20 de septiembre de 1560. Los estudios de filosofía y teología, que realizó entre el Colegio Romano, Padua y Lovaina, centrados en santo Tomás y en los Padres de la Iglesia, fueron decisivos para su orientación teológica. Ordenado sacerdote el 25 de marzo de 1570, fue durante algunos años profesor de teología en Lovaina. Sucesivamente, llamado a Roma como profesor en el Colegio Romano, se le encomendó la cátedra de «Apologética»; durante la década en la que ocupó ese cargo (1576 – 1586) elaboró un curso de lecciones que confluyeron después en las Controversiae, obra que en seguida se hizo célebre por la claridad y la riqueza de contenidos y por su corte predominantemente histórico. Hacía poco que se había concluido el Concilio de Trento y la Iglesia católica necesitaba afianzar y confirmar su identidad, también respecto a la Reforma protestante. La acción de Belarmino se insertó en este contexto. De 1588 a 1594 fue primero padre espiritual de los estudiantes jesuitas del Colegio Romano, entre los cuales encontró y dirigió a san Luis Gonzaga, y después superior religioso. El Papa Clemente VIII lo nombró teólogo pontificio, consultor del Santo Oficio y rector del Colegio de los Penitenciarios de la basílica de San Pedro. Al bienio 1597–1598 se remonta su catecismo, Doctrina cristiana breve, que fue su trabajo más popular.
El 3 de marzo de 1599 fue creado cardenal por el Papa Clemente VIII y, el 18 de marzo de 1602, fue nombrado arzobispo de Capua. Recibió la ordenación episcopal el 21 de abril del mismo año.
En los tres años en los que fue obispo diocesano, se distinguió por el celo de predicador en su catedral, por la visita que realizaba semanalmente a las parroquias, por los tres Sínodos diocesanos y un Concilio provincial que organizó. Después de participar en los cónclaves que eligieron Papas a León XI y Pablo V, fue llamado a Roma, donde fue miembro de las Congregaciones del Santo Oficio, del Índice, de los Ritos, de los Obispos y de la Propagación de la Fe.
Asimismo, desempeñó encargos diplomáticos, ante la República de Venecia y ante Inglaterra, en defensa de los derechos de la Sede apostólica. En sus últimos años compuso varios libros de espiritualidad, en los que condensó el fruto de sus ejercicios espirituales anuales. De su lectura el pueblo cristiano obtiene todavía hoy gran edificación. Murió en Roma el 17 de septiembre de 1621. El Papa Pío XI lo beatificó en 1923, lo canonizó en 1930 y lo proclamó doctor de la Iglesia en 1931.
San Roberto Belarmino desempeñó un papel importante en la Iglesia de las últimas décadas del siglo XVI y de las primeras del siglo sucesivo. Sus Controversiae constituyen un punto de referencia todavía válido para la eclesiología católica sobre las cuestiones acerca de la Revelación, la naturaleza de la Iglesia, los sacramentos y la antropología teológica. En ellas aparece acentuado el aspecto institucional de la Iglesia, con motivo de los errores que entonces circulaban sobre esas cuestiones. Sin embargo, Belarmino aclaró también los aspectos invisibles de la Iglesia como Cuerpo místico y los ilustró con la analogía del cuerpo y del alma, a fin de describir la relación entre las riquezas interiores de la Iglesia y los aspectos exteriores que la hacen perceptible. En esta obra monumental, que trata de sistematizar las diversas controversias teológicas de la época, evita todo detalle polémico y agresivo respecto a las ideas de la Reforma, pero, utilizando los argumentos de la razón y de la Tradición de la Iglesia, ilustra de modo claro y eficaz la doctrina católica.
Sin embargo, su herencia está en el modo como concibió su trabajo. Las gravosas funciones de gobierno no le impidieron, de hecho, aspirar diariamente a la santidad con la fidelidad a las exigencias de su estado de religioso, sacerdote y obispo. De esta fidelidad deriva su compromiso en la predicación. Al ser, como sacerdote y obispo, ante todo un pastor de almas, sintió el deber de predicar asiduamente. Son centenares los sermones —las homilías— que pronunció en Flandes, en Roma, en Nápoles y en Capua con ocasión de las celebraciones litúrgicas. No menos abundantes son sus expositiones y sus explanationes a los párrocos, a las religiosas, a los estudiantes del Colegio Romano, que con frecuencia tienen por objeto la Sagrada Escritura, especialmente las cartas de san Pablo. Su predicación y sus catequesis presentan el mismo carácter de esencialidad que había aprendido de la educación ignaciana, toda ella dirigida a concentrar las fuerzas del alma en el Señor Jesús intensamente conocido, amado e imitado.
En los escritos de este hombre de gobierno se percibe con mucha claridad, aun en la discreción detrás de la cual oculta sus sentimientos, la primacía que asigna a las enseñanzas de Cristo. San Roberto Belarmino ofrece así un modelo de oración, alma de toda actividad: una oración que escucha la Palabra del Señor, que se sacia contemplando su grandeza, que no se repliega en sí misma, sino que se alegra de abandonarse a Dios. Un signo distintivo de la espiritualidad de Belarmino es la percepción viva y personal de la inmensa bondad de Dios, por lo que nuestro santo se sentía realmente hijo amado por Dios y era fuente de gran alegría recogerse, con serenidad y sencillez, en oración, en contemplación de Dios. En su libro De ascensione mentis in Deum —Elevación de la mente a Dios— compuesto según el esquema del Itinerarium de san Buenaventura, exclama:
«Oh alma, tu modelo es Dios, belleza infinita, luz sin sombras, esplendor que supera el de la luna y el sol. Levanta los ojos a Dios, en el cual se encuentran los arquetipos de todas las cosas, y del cual, como de una fuente de infinita fecundidad, deriva esta variedad casi infinita de las cosas. Por tanto, debes concluir: quien encuentra a Dios lo encuentra todo, quien pierde a Dios lo pierde todo».
En este texto se escucha el eco de la célebre contemplatio ad amorem obtinendum —contemplación para alcanzar amor— de los Ejercicios espirituales de san Ignacio de Loyola. Belarmino, que vive en la fastuosa y a menudo malsana sociedad de finales del siglo XVI y comienzos del XVII, saca de esta contemplación aplicaciones prácticas y proyecta la situación de la Iglesia de su tiempo con profundo sentido pastoral. En el libro De arte bene moriendi —el arte de morir bien— por ejemplo, indica como norma segura de vivir bien, y también de morir bien, meditar con frecuencia y seriamente que habrá que dar cuentas a Dios de las propias acciones y del propio modo de vivir, y tratar de no acumular riquezas en esta tierra, sino de vivir con sencillez y con caridad para acumular bienes en el cielo. En el libro De gemitu columbae —el gemido de la paloma, donde la paloma representa a la Iglesia— llama con fuerza al clero y a todos los fieles a una reforma personal y concreta de la propia vida siguiendo lo que enseñan la Escritura y los santos, entre los cuales cita en particular a san Gregorio Nacianceno, san Juan Crisóstomo, san Jerónimo y san Agustín, así como a los grandes fundadores de Órdenes religiosas como san Benito, santo Domingo y san Francisco. Belarmino enseña con gran claridad y con el ejemplo de su vida que no puede haber auténtica reforma de la Iglesia si antes no tiene lugar nuestra reforma personal y la conversión de nuestro corazón.
De los Ejercicios espirituales de san Ignacio, Roberto Belarmino sacaba consejos para comunicar de modo profundo, incluso a los más sencillos, las bellezas de los misterios de la fe. Escribe: «Si tienes sabiduría, comprendes que eres creado para la gloria de Dios y para tu eterna salvación. Este es tu fin, este el centro de tu alma, este el tesoro de tu corazón. Por eso, considera auténtico bien para ti lo que te lleva a tu fin, y auténtico mal lo que te impide alcanzarlo. El sabio no debe ni buscar acontecimientos prósperos o adversos, riquezas y pobreza, salud y enfermedad, honores y ultrajes, vida y muerte, ni huir de ellos de por sí. Son buenos y deseables sólo si contribuyen a la gloria de Dios y a tu felicidad eterna; son malos y hay que huir de ellos si la obstaculizan» (De ascensione mentis in Deum, grad. 1).
Obviamente, estas palabras no pasan de moda; deberíamos meditarlas largamente a fin de orientar nuestro camino en esta tierra. Nos recuerdan que el fin de nuestra vida es el Señor, el Dios que se reveló en Jesucristo, en el cual él sigue llamándonos y prometiéndonos la comunión con él. También nos recuerdan la importancia de confiar en el Señor, de darlo todo en una vida fiel al Evangelio, de aceptar e iluminar con la fe y con la oración toda circunstancia y toda acción de nuestra vida, buscando siempre la unión con él. Amén.
09/02/2011 – SAN PEDRO CANISIO (AUDIENCIA GENERAL)
SAN PEDRO CANISIO
AUDIENCIA GENERAL
BENEDICTO XVI
Sala Pablo VI
Miércoles 9 de febrero de 2011
«Vídeo en Italiano»
Queridos hermanos y hermanas:
Hoy quiero hablaros de san Pedro Kanis —Canisio en la forma latinizada de su apellido—, una figura muy importante en el ámbito católico del siglo XVI. Nació el 8 de mayo de 1521 en Nimega, Holanda. Su padre era burgomaestre de la ciudad. Cuando era estudiante en la Universidad de Colonia, frecuentó a los monjes cartujos de santa Bárbara, un centro propulsor de vida católica, y a otros hombres piadosos que cultivaban la espiritualidad de la llamada devotio moderna. Entró en la Compañía de Jesús el 8 de mayo de 1543 en Maguncia (Renania – Palatinado), después de hacer ejercicios espirituales bajo la guía del beato Pedro Fabro —Pierre Favre—, uno de los primeros compañeros de san Ignacio de Loyola. Ordenado sacerdote en junio de 1546 en Colonia, ya al año siguiente, como teólogo del obispo de Augusta, el cardenal Otto Truchsess von Waldburg, estuvo presente en el Concilio de Trento, donde colaboró con otros dos jesuitas, Diego Laínez y Alfonso Salmerón.
En 1548, san Ignacio le hizo completar en Roma la formación espiritual y lo envió después al Colegio de Messina para que se ejercitara en humildes servicios domésticos. Obtuvo el doctorado en teología en Bolonia el 4 de octubre de 1549, y san Ignacio lo destinó al apostolado en Alemania. El 2 de septiembre de ese año visitó al Papa Pablo III en Castelgandolfo y después fue a la basílica de San Pedro para rezar. Allí imploró la ayuda de los grandes santos Apóstoles Pedro y Pablo, a fin de que dieran eficacia permanente a la bendición apostólica para su gran destino, para su nueva misión. En su diario anotó algunas palabras de esta oración. Dice: «Allí sentí que por medio de tales intercesores (Pedro y Pablo) se me concedía una gran consolación y la presencia de la gracia. Ellos confirmaban mi misión en Alemania y parecían transmitirme, en cuanto apóstol de Alemania, el apoyo de su benevolencia. Tú conoces, Señor, de cuántos modos y cuántas veces ese mismo día me encomendaste Alemania, por la cual desde entonces iba a seguir siendo solícito, por la cual habría deseado vivir y morir».
Debemos tener presente que nos encontramos en el tiempo de la Reforma luterana, en el momento en que la fe católica en los países de lengua alemana, ante la fascinación de la Reforma, parecía apagarse. Era una tarea casi imposible la de Canisio, encargado de revitalizar, renovar la fe católica en los países germánicos.
Sólo era posible con la fuerza de la oración. Sólo era posible desde el centro, es decir, desde una profunda amistad personal con Jesucristo, amistad con Cristo en su Cuerpo, la Iglesia, que se debe alimentar en la Eucaristía, su presencia real.
Siguiendo la misión recibida de san Ignacio y del Papa Pablo III, Canisio partió para Alemania y, ante todo, para el ducado de Baviera, que por algunos años fue el lugar de su ministerio. Como decano, rector y vicecanciller de la Universidad de Ingolstadt, se ocupó de la vida académica del Instituto y de la reforma religiosa y moral del pueblo. En Viena, donde durante breve tiempo fue administrador de la diócesis, desempeñó el ministerio pastoral en los hospitales y en las cárceles, tanto en la ciudad como en zonas rurales, y preparó la publicación de su Catecismo. En 1556 fundó el Colegio de Praga y, hasta 1569, fue el primer superior de la provincia jesuita de la Alemania superior.
En este cargo, estableció en los países germánicos una tupida red de comunidades de su Orden, especialmente de colegios, que fueron puntos de partida para la reforma católica, para la renovación de la fe católica.
En ese tiempo
- participó también en el coloquio de Worms con los líderes protestantes, entre los cuales Philipp Melanchthon (1557);
- desempeñó el cargo de nuncio pontificio en Polonia (1558);
- participó en las dos Dietas de Augusta (1559 y 1565);
- acompañó al cardenal Estanislao Hozjusz, legado del Papa Pío IV ante el emperador Fernando (1560);
- intervino en la sesión final del Concilio de Trento, donde habló de la cuestión de la Comunión bajo las dos especies y del Índice de libros prohibidos (1562).
En 1580 se retiró a Friburgo en Suiza, donde se dedicó plenamente a la predicación y a la composición de sus obras, y murió allí el 21 de diciembre de 1597.
- El beato Pío IX lo beatificó en 1864;
- el Papa León XIII, en 1897, lo proclamó segundo Apóstol de Alemania; y el
- Papa Pío XI, en 1925, lo canonizó y lo proclamó doctor de la Iglesia.
San Pedro Canisio pasó buena parte de su vida en contacto con las personas socialmente más importantes de su tiempo y ejerció una influencia especial con sus escritos. Fue editor de las obras completas de san Cirilo de Alejandría y de san León Magno, de las Cartas de san Jerónimo y de las Oraciones de san Nicolás de la Fluë. Publicó libros de devoción en varias lenguas, las biografías de algunos santos suizos y muchos textos de homilética.
Pero sus escritos más difundidos fueron los tres Catecismos compuestos entre 1555 y 1558.
- El primer Catecismo estaba destinado a los estudiantes en condiciones de comprender nociones elementales de teología;
- el segundo a los muchachos del pueblo para una primera instrucción religiosa;
- el tercero a los muchachos con una formación escolar a nivel de escuelas medias y superiores.
La doctrina católica se exponía con preguntas y respuestas, brevemente, en términos bíblicos, con mucha claridad y sin tonos polémicos. Sólo en el tiempo de su vida se hicieron doscientas ediciones de este Catecismo. Y hasta el siglo XX se sucedieron centenares de ediciones. Así, en Alemania, incluso en la generación de mi padre, la gente llama al Catecismo simplemente el Canisio. Fue realmente el Catequista de Alemania, ha formado la fe de personas durante siglos.
Esta es una característica de san Pedro Canisio: saber componer armoniosamente la fidelidad a los principios dogmáticos con el respeto debido a cada persona. San Canisio distinguía la apostasía consciente, culpable, de la fe, de la pérdida de la fe inculpable, en las circunstancias. Y, con respecto a Roma, declaró que la mayor parte de los alemanes que se habían pasado al protestantismo no tenían culpa. En un momento histórico de fuertes contrastes confesionales, evitaba —esto es algo extraordinario— la dureza y la retórica de la ira —algo raro, como he dicho, en aquellos tiempos en las discusiones entre cristianos— y solamente buscaba la presentación de las raíces espirituales y la revitalización de la fe en la Iglesia. Para ello le resultó útil el conocimiento vasto y penetrante que tenía de la Sagrada Escritura y de los Padres de la Iglesia: el mismo conocimiento que sostuvo su relación personal con Dios y la austera espiritualidad que le derivaba de la devotio moderna y de la mística renana.
En la espiritualidad de san Canisio es característica una profunda amistad personal con Jesús. Escribe, por ejemplo, el 4 de septiembre de 1549 en su diario, hablando con el Señor: «Tú, al final, como si me abrieras el corazón del Sacratísimo Cuerpo, que me parecía ver ante mí, me mandaste que bebiera en ese manantial, invitándome, por decirlo así, a beber las aguas de mi salvación en tus fuentes, oh Salvador mío». Luego ve que el Salvador le da un vestido con tres partes, que se llaman paz, amor y perseverancia. Y con este vestido compuesto de paz, amor y perseverancia, Canisio llevó a cabo su obra de renovación del catolicismo. Su amistad con Jesús —que es el centro de su personalidad—, alimentada por el amor a la Biblia, por el amor al Sacramento, por el amor a los Padres, estaba claramente unida a la conciencia de ser en la Iglesia un continuador de la misión de los Apóstoles. Y esto nos recuerda que todo auténtico evangelizador siempre es un instrumento unido —y por eso fecundo— con Jesús y con su Iglesia.
En la amistad con Jesús san Pedro Canisio se había formado en el ambiente espiritual de la Cartuja de Colonia, donde había estado en estrecho contacto con dos místicos cartujos: Johann Lansperger, latinizado como Lanspergius, y Nicolas van Hesche, latinizado como Eschius. Sucesivamente profundizó la experiencia de aquella amistad, familiaritas stupenda nimis, con la contemplación de los misterios de la vida de Jesús, que ocupan gran parte en los Ejercicios espirituales de san Ignacio. Su intensa devoción al Corazón del Señor, que culminó en la consagración al ministerio apostólico en la basílica vaticana, encuentra aquí su fundamento.
En la espiritualidad cristocéntrica de san Pedro Canisio se arraiga una profunda convicción: no hay alma solícita de la propia perfección que no practique cada día la oración, la oración mental, medio ordinario que permite al discípulo de Jesús vivir la intimidad con el Maestro divino. Por eso, en los escritos destinados a la educación espiritual del pueblo, nuestro santo insiste en la importancia de la liturgia con sus comentarios a los Evangelios, a las fiestas, al rito de la santa misa y de los demás sacramentos, pero, al mismo tiempo, se cuida de mostrar a los fieles la necesidad y la belleza de que la oración personal diaria acompañe e impregne la participación en el culto público de la Iglesia.
Se trata de una exhortación y de un método que conservan intacto su valor, especialmente después de que el Concilio Vaticano II los propusiera de nuevo con autoridad en la constitución Sacrosanctum Concilium: la vida cristiana no crece si no se alimenta con la participación en la liturgia, de modo particular en la santa misa dominical, y con la oración personal diaria, con el contacto personal con Dios. En medio de las mil actividades y de los múltiples estímulos que nos rodean, es necesario encontrar cada día momentos de recogimiento ante el Señor para escucharlo y hablar con él.
Al mismo tiempo, siempre es actual y de valor permanente el ejemplo que san Pedro Canisio nos dejó, no sólo en sus obras, sino sobre todo con su vida. Nos enseña con claridad que el ministerio apostólico sólo es eficaz y produce frutos de salvación en los corazones si el predicador es testigo personal de Jesús y sabe ser instrumento a su disposición, estrechamente unido a él por la fe en su Evangelio y en su Iglesia, por una vida moralmente coherente y por una oración incesante como el amor. Y esto vale para todo cristiano que quiera vivir con compromiso y fidelidad su adhesión a Cristo. Gracias.