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02/09/2012 – HOMILÍA DURANTE LA MISA CON SUS EXALUMNOS

HOMILÍA DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI

DURANTE LA MISA CON SUS EXALUMNOS

Castelgandolfo

Domingo 2 de septiembre de 2012

L'Osservatore Romano

L’Osservatore Romano

Queridos hermanos y hermanas:

Siguen resonando profundamente en mí las palabras con las que, hace tres años, el cardenal Schönborn nos hizo la exégesis de este Evangelio: la misteriosa correlación de lo interior con lo exterior; y lo que hace impuro al hombre, lo que lo contamina, y lo que es puro. Por eso, hoy no quiero hacer yo también la exégesis de este mismo Evangelio, o la haré sólo marginalmente. En cambio, comentaré brevemente las dos lecturas.

En el Deuteronomio vemos la «alegría de la ley»: ley no como atadura, como algo que nos quita la libertad, sino como regalo y don. Cuando los demás pueblos miren a este gran pueblo —así dice la lectura, así dice Moisés—, entonces dirán: ¡Qué pueblo tan sabio! Admirarán la sabiduría de este pueblo, la equidad de la ley y la cercanía del Dios que está a su lado y que le responde cuando lo llama. Esta es la alegría humilde de Israel: recibir un don de Dios. Esto es muy distinto del triunfalismo, del orgullo de lo que viene de sí mismos: Israel no se siente orgulloso de su propia ley como podía estarlo Roma del derecho romano como don a la humanidad; ni como Francia, tal vez orgullosa del «Código Napoleón»; ni como Prusia, orgullosa del «Preußisches Landrecht», etc., obras del derecho que reconocemos.

Israel sabe bien que su ley no la ha hecho él mismo; no es fruto de su genialidad, sino que es don. Dios le ha mostrado qué es el derecho. Dios le ha dado sabiduría. La ley es sabiduría. Sabiduría es el arte de ser hombres, el arte de poder vivir bien y de poder morir bien. Y sólo se puede vivir y morir bien cuando se ha recibido la verdad y cuando la verdad nos indica el camino. Estar agradecidos por el don que no hemos inventado nosotros, sino que nos ha sido dado, y vivir en la sabiduría; aprender, gracias al don de Dios, a ser hombres de un modo recto.

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El Evangelio, sin embargo, nos muestra que existe también un peligro, como también se dice directamente al inicio del pasaje de hoy del Deuteronomio: «no añadir ni quitar nada». Nos enseña que, con el paso del tiempo, al don de Dios se fueron añadiendo aplicaciones, obras, costumbres humanas que, al crecer, ocultan lo que es propio de la sabiduría regalada por Dios, hasta el punto de convertirse en auténtica atadura, que es preciso romper, o de llevar a la presunción: nosotros lo hemos inventado.

Pasemos ahora a nosotros, a la Iglesia. De hecho, según nuestra fe, la Iglesia es el Israel que ha llegado a ser universal, en el que todos, a través del Señor, llegan a ser hijos de Abraham; el Israel que ha llegado a ser universal, en el que persiste el núcleo esencial de la ley, sin las contingencias del tiempo y del pueblo. Este núcleo es sencillamente Cristo mismo, el amor de Dios a nosotros y nuestro amor a Él y a los hombres. Él es la Tora viviente, es el don de Dios para nosotros, en el que ahora todos recibimos la sabiduría de Dios. Estando unidos a Cristo, caminando con él, viviendo con él, aprendemos cómo ser hombres de modo recto, recibimos la sabiduría que es verdad, sabemos vivir y morir, porque él mismo es la vida y la verdad.

Así pues, la Iglesia, como Israel, debe estar llena de gratitud y de alegría. «¿Qué pueblo puede decir que Dios está tan cerca de él? ¿Qué pueblo ha recibido este don?». No lo hemos hecho nosotros, nos ha sido dado. Alegría y gratitud por el hecho de que lo podemos conocer, de que hemos recibido la sabiduría de vivir bien, que es lo que debería caracterizar al cristiano. Así era, en efecto, en el cristianismo de los orígenes: ser liberado de las tinieblas, de andar a tientas, de la ignorancia —¿qué soy? ¿por qué existo? ¿cómo debo vivir?—; ser libre, estar en la luz, en la amplitud de la verdad. Esta era la convicción fundamental. Una gratitud que se irradiaba en el entorno y que así unía a los hombres en la Iglesia de Jesucristo.

Sin embargo, también en la Iglesia se produce el mismo fenómeno: elementos humanos se añaden y llevan o a la presunción, al así llamado triunfalismo que se gloría de sí mismo en vez de alabar a Dios, o a la atadura, que es preciso quitar, romper y destruir. ¿Qué debemos hacer? ¿Qué debemos decir? Creo que nos encontramos precisamente en esta fase, en la que sólo vemos en la Iglesia lo que hemos hecho nosotros mismos, y perdemos la alegría de la fe; una fase en la que ya no creemos ni nos atrevemos a decir: él nos ha indicado quién es la verdad, qué es la verdad; nos ha mostrado qué es el hombre; nos ha donado la justicia de la vida recta. Sólo nos preocupamos de alabarnos a nosotros mismos, y tememos vernos atados por reglamentos que constituyen un obstáculo para la libertad y la novedad de la vida.

Si leemos hoy, por ejemplo, en la Carta de Santiago: «Sois generosos por medio de una palabra de verdad», ¿quién de nosotros se atrevería a alegrarse de la verdad que nos ha sido donada? Nos surge inmediatamente la pregunta: ¿cómo se puede tener la verdad? ¡Esto es intolerancia! Los conceptos de verdad y de intolerancia hoy están casi completamente fundidas entre sí; por eso ya no nos atrevemos a creer en la verdad o a hablar de la verdad. Parece lejana, algo a lo que es mejor no recurrir. Nadie puede decir «tengo la verdad» —esta es la objeción que se plantea— y, efectivamente, nadie puede tener la verdad. Es la verdad la que nos posee, es algo vivo. Nosotros no la poseemos, sino que somos aferrados por ella. Sólo permanecemos en ella si nos dejamos guiar y mover por ella; sólo está en nosotros y para nosotros si somos, con ella y en ella, peregrinos de la verdad.

Creo que debemos aprender de nuevo que «no tenemos la verdad». Del mismo modo que nadie puede decir «tengo hijos», pues no son una posesión nuestra, sino que son un don, y nos han sido dados por Dios para una misión, así no podemos decir «tengo la verdad», sino que la verdad ha venido hacia nosotros y nos impulsa. Debemos aprender a dejarnos llevar por ella, a dejarnos conducir por ella. Entonces brillará de nuevo: si ella misma nos conduce y nos penetra.

Queridos amigos, pidamos al Señor que nos conceda este don. Santiago nos dice hoy en la lectura que no debemos limitarnos a escuchar la Palabra, sino que la debemos poner en práctica. Esta es una advertencia ante la intelectualización de la fe y de la teología. En este tiempo, cuando leo tantas cosas inteligentes, tengo miedo de que se transforme en un juego del intelecto en el que «nos pasamos la pelota», en el que todo es sólo un mundo intelectual que no penetra y forma nuestra vida, y que por tanto no nos introduce en la verdad. Creo que estas palabras de Santiago se dirigen precisamente a nosotros como teólogos: no sólo escuchar, no sólo intelecto, sino también hacer, dejarse formar por la verdad, dejarse guiar por ella. Pidamos al Señor que nos suceda esto y que así la verdad sea potente sobre nosotros, y que conquiste fuerza en el mundo a través de nosotros.

L'Osservatore Romano

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La Iglesia ha puesto las palabras del Deuteronomio«¿Dónde hay una nación tan grande que tenga unos dioses tan cercanos como el Señor, nuestro Dios, siempre que lo invocamos?» (4, 7)— en el centro del Oficio divino del Corpus Christi, y así le ha dado un nuevo significado: ¿dónde hay un pueblo que tenga a su dios tan cercano como nuestro Dios lo está a nosotros? En la Eucaristía esto se ha convertido en plena realidad. Ciertamente, no es sólo un aspecto exterior: alguien puede estar cerca del Sagrario y, al mismo tiempo, estar lejos del Dios vivo. Lo que cuenta es la cercanía interior. Dios se ha hecho tan cercano a nosotros que él mismo es un hombre: esto nos debe desconcertar y sorprender siempre de nuevo. Él está tan cerca que es uno de nosotros. Conoce al ser humano, conoce el «sabor» del ser humano, lo conoce desde dentro, lo ha experimentado con sus alegrías y sus sufrimientos. Como hombre, está cerca de mí, está «al alcance de mi voz»; está tan cerca de mí que me escucha; y yo puedo saber que me oye y me escucha, aunque tal vez no como yo me lo imagino.

Dejémonos llenar de nuevo por esta alegría: ¿Dónde hay un pueblo que tenga un dios tan cercano como nuestro Dios lo está a nosotros? Tan cercano que es uno de nosotros, que me toca desde dentro. Sí, hasta el punto de que entra en mi interior en la santa Eucaristía. Un pensamiento incluso desconcertante. Sobre este proceso san Buenaventura utilizó una vez en sus oraciones de Comunión una formulación que sorprende, casi que asusta. Dice: «Señor mío, ¿cómo se te pudo ocurrir la idea de entrar en la sucia letrina de mi cuerpo?». Sí, él entra dentro de nuestra miseria, lo hace plenamente consciente, lo hace para compenetrarse con nosotros, para limpiarnos y renovarnos, a fin de que, a través de nosotros, en nosotros, la verdad se difunda en el mundo y se realice la salvación.

L'Osservatore Romano

L’Osservatore Romano

Pidamos perdón al Señor por nuestra indiferencia, por nuestra miseria, que nos hace pensar sólo en nosotros mismos, por nuestro egoísmo que no busca la verdad, sino que sigue su propia costumbre, y que a menudo hace que el cristianismo parezca sólo un sistema de costumbres. Pidámosle que entre con fuerza en nuestra alma, que se haga presente en nosotros y a través de nosotros, para que así la alegría nazca también en nosotros: Dios está aquí y me ama; es nuestra salvación. Amén.

30/08/2015 – BENEDICTO XVI A SUS EX ALUMNOS: VERDAD, AMOR Y BONDAD QUE VIENEN DE DIOS HACEN AL HOMBRE PURO

BENEDICTO XVI A SUS EX ALUMNOS:

VERDAD, AMOR Y BONDAD QUE VIENEN DE DIOS

HACEN AL HOMBRE PURO

FUENTE: Fundación Ratzinger

Fondazione Ratzinger

Fondazione Ratzinger

Entre los presentes en la ceremonia de hoy: el cardenal Christoph Schönborn, arzobispo de Viena, y Kurt Koch, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad Cristiana, monseñor Georg Gänswein, prefecto de la Casa Pontificia y secretario personal del Papa Benedicto XVI, el obispo Barthélemy Adoukonou, secretario del Consejo Pontificio para la Cultura, el obispo auxiliar de Hamburgo, Hans-Jochen Jaschke, el Abad Maximiliano Heim, Premio Ratzinger en 2011, el arzobispo Stefan Heid, director de la Obra Romana de Görres, monseñor Giuseppe Antonio Scotti, presidente de la Fundación Vaticana Joseph Ratzinger – Benedicto XVI, el padre Stephan Otto Horn, presidente de la Schülerkreis, Christian Schaller, Premio Ratzinger en 2013.

Ciudad del Vaticano, 30 de Agosto de 2015 – “Con la verdad, el amor y la amabilidad que vienen de Dios, el hombre se vuelve puro y verdad, amor y amabilidad se encuentran en la Palabra de Dios, que nos libera de la desmemoria en un mundo que no piensa más en Dios”. Este es el centro de la homilía que el Papa emérito Benedicto XVI hizo esta mañana durante la celebración eucarística, que presidió en la iglesia del Campo Santo Teutónico, en el Vaticano. Participaron en la misa los miembros del Schülerkreis (el Círculo de los estudiantes de Ratzinger) y del Nuevo Schülerkreis, que se reunieron en los días anteriores en Castel Gandolfo, con el objeto de reflexionar sobre el tema “Cómo hablar de Dios hoy”, animados por el sacerdote y filósofo checo Tomás Halík.

En la homilía en alemán, el Papa emérito se ha centrado en el Evangelio de Marcos, proclamado este domingo. Benedicto XVI ha empezado subrayando que tres años atrás, en el encuentro del Schülerkreis, habían leído el mismo Evangelio y el cardenal Schönborn, en su homilía, había hecho esta pregunta: “¿Acaso no necesitamos una purificación exterior más que una purificación interior?” Benedicto XVI admitió che no recordaba la respuesta que el cardinal dio en aquella ocasión, pero que la pregunta era muy interesante. Y en esta respuesta se ha centrado su meditación. “Para elegir una respuesta adecuada – ha observado – tenemos que ampliar la pregunta y examinar todo el Evangelio, no sólo este pasaje.”

¿No viene del exterior la suciedad que nos ataca? Este es el sentido de la pregunta que hizo el Pontífice emérito. Es necesario che logramos una purificación de las indecencias que se encuentran fuera: “Podemos decir – ha afirmado Benedicto – responder con la limpieza exterior a las muchas enfermedades y a las epidemias que nos amenazan”. Es importante tener este tipo de responsabilidad para que la muerte no predomine, ha notado el Papa emérito. Pero eso no es suficiente, ha dicho, porque tenemos también “la epidemia del corazón”, una epidemia interior, que lleva a la corrupción y a otras cosas sucias y el hombre piensa sólo en él mismo”. El ethos, o sea la “limpieza interior”, tiene gran importancia, también como la religión. “Qué hace el hombre puro?” “Cuál es la auténtica fuerza de purificación?” ¿“Cómo se llega a la limpieza del corazón?” ha preguntado el Papa emérito. “En otro pasaje del Evangelio – siguió el Papa – el Señor dice a los suyos: “Vosotros sois puros, gracias a las palabras que he anunciado’”. Llegamos a ser puros por medio de la Palabra. “Con la verdad, el amor y la amabilidad que vienen de Dios, el hombre se vuelve puro y verdad, amor y amabilidad se encuentran en la Palabra de Dios, que nos libera de la desmemoria en un mundo que no piensa más en Dios”La Palabra de Dios vale mucho más que las palabras, porque a través de la palabras encontramos la Palabra de Dios y a Dios mismo. Nososotros encontramos la Palabra en los que reflejan a Dios, que nos muestran Su cara y Su sencillez, ternura, sinceridad”. “Esperamos que el Señor nos conceda esta ‘limpieza del corazón’ a través de la Verdad que viene de Dios: esta es la fuerza de la purificación”.

En la oración de los fieles, todos rogaron por el Papa Franscisco, especialmente en el año santo de la Misericordia.

Fondazione Ratzinger

Fondazione Ratzinger

Al final de la Misa, en las salas cerca del Campo Santo Teutónico se ha celebrado la inauguración del Aula Papa Benedicto-Joseph Ratzinger, que el Papa emérito bendijo. En su intervención introductora, el monseñor Hans Peter Fischer, rector del Colegio Teutónico, anunció que el 18 de Noviembre se celebrará la abertura de la Biblioteca Romana Joseph Ratzinger – Benedicto XVI, totalmente dedicada a su vida y su pensamiento como estudioso y Pontífice, en la Biblioteca del Colegio Teutónico del Instituto Romano de la Sociedad de Görres, en el Vaticano, con una intervención del Cardenal Gianfranco Ravasi, presidente del Pontificio Consejo de la Cultura, sobre el tema: “De la Biblia a la Biblioteca – Benedicto XVI y la Cultura de la Palabra”.

La Biblioteca dedicada al Papa emérito – iniciativa de la Fundación Vaticana Joseph Ratzinger-Benedicto XVI – tien e alrededor de mil volúmenes en diferentes lenguas y es un lugar abierto a todos los que están interesados en las publicaciones de y sobre Joseph Ratzinger, en conocer su vida y profundizar su teología. Muchos volúmenes han sido donados por el mismo Benedicto XVI, otros por la Fundación Vaticana.

Es posible visitar la Biblioteca y consultar los libros de lunes a miércoles, de 15.30 a 19.30 horas.“La Fundación Ratzinger – ha observado Fischer – ha encargado unos estudiosos para ayudar los interesados a la Biblioteca”.

Entre los participantes en la celebración de hoy estaban: los cardenales Schönborn, arzobispo de Viena, y Kurt Koch, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, el arzobispo Georg Gänswein, Prefecto de la Casa Pontificia y secretario privado del Papa Benedicto, el obispo Barthélemy Adoukonou, secretario del Pontificio Consejo para la Cultura, el obispo auxiliar de Hamburgo Hans-Jochen Jaschke, el abad Maximilian Heim, premio Ratzinger 2011, el monseñor Stephan Heid, director del Instituto Romano de la Sociedad de Görres, el monseñor Giuseppe Antonio Scotti, presidente de la Fundación Vaticana Joseph Ratzinger- Benedicto XVI, el padre Stephan Otto Horn, presidente del Schülerkreis, Christian Schaller, premio Ratzinger 2013.


di Luca Caruso

Città del Vaticano, 30 agosto 2015 – “Verità, amore e bontà che vengono da Dio rendono l’uomo puro, e verità, amore e bontà si incontrano nella Parola, che libera dalla ‘smemoratezza’ di un mondo che non pensa più a Dio”. È il cuore dell’omelia che il Papa emerito Benedetto XVI ha pronunciato questa mattina durante la celebrazione eucaristica da lui presieduta presso la chiesa del Campo Santo Teutonico in Vaticano, alla quale hanno partecipato i membri dello Schülerkreis (il Circolo degli Allievi di Ratzinger) e del Nuovo Schülerkreis, che si sono riuniti nei giorni scorsi a Castel Gandolfo per riflettere sul tema “Come parlare oggi di Dio”, animati dal sacerdote e filosofo ceco Tomás Halík.

Nell’omelia in tedesco, il Papa emerito si è soffermato sul Vangelo secondo Marco proclamato questa domenica. Benedetto XVI ha iniziato ricordando come esattamente tre anni fa, in occasione dell’incontro dello Schülerkreis, veniva letto lo stesso Vangelo e il cardinale Schönborn che teneva l’omelia aveva posto la domanda: “Ma non si deve forse essere purificati anche dall’esterno e non solo dall’interno? Il male viene solo dall’interno o anche dall’esterno?”. Benedetto XVI ha ammesso di non ricordare la risposta che allora diede il cardinale, ma di aver trovato molto interessante la domanda. E proprio sulla risposta ad essa ha concentrato la sua meditazione. “Per una risposta adeguata – ha osservato – bisogna ampliare la domanda e tenere in considerazione non solo questo passo del Vangelo, ma il Vangelo nella sua interezza”.

Non viene forse a noi anche dall’esterno il male che ci aggredisce? È il senso dell’interrogativo posto dal Pontefice emerito. Certo, è necessario essere purificati da tutta l’impurità che sta fuori: “potremmo dire – ha affermato Benedetto XVI – rispondere con un’igiene esteriore alle tante malattie e a volte epidemie che ci minacciano”. È bene avere questo tipo di responsabilità per l’esteriore affinché la morte non prevalga, ha notato il Papa emerito. E tuttavia, ha proseguito, questo non basta, perché c’è anche “l’epidemia del cuore”, quella interiore, che “porta alla corruzione e ad altre sporcizie ancora, quelle che conducono l’uomo a pensare solo a sé e non al bene”. Così assume importanza decisiva, accanto al culto, l’ethos, ovvero “l’igiene interiore”: “Cosa fa l’uomo puro? Qual è l’autentica forza di purificazione? Come si giunge all’igiene del cuore?” ha domandato Benedetto XVI. “In un altro passo del Vangelo – ha continuato – il Signore dice ai suoi: ‘Voi siete puri, a causa della parola che vi ho annunciato’ ”. Si diventa dunque puri per mezzo della Parola: “Verità, amore e bontà che vengono da Dio rendono l’uomo puro, e verità, amore e bontà si incontrano nella Parola, che libera dalla ‘smemoratezza’ di un mondo che non pensa più a Dio”. “La Parola è molto più delle parole, perché è attraverso le parole che incontriamo la Parola, Lui stesso – ha sostenuto il Papa emerito –. La Parola è Gesù Cristo stesso e noi incontriamo la Parola anche in coloro che Lo riflettono, che ci mostrano il volto di Dio e che riflettono la sua mitezza, la sua umiltà di cuore, la sua semplicità, la sua amorevolezza, la sua sincerità”. “Che il Signore – ha concluso Benedetto XVI – ci conceda questa ‘igiene del cuore’, per mezzo della Verità, che viene da Dio: è questa la forza di purificazione”.

Nella preghiera dei fedeli, si è pregato tra l’altro per Papa Francesco, perché il Signore lo assista nella sua opera, specialmente per l’Anno Santo della Misericordia.
inaugurazione, 30 agosto 2015

Al termine della Messa, si è svolta nei locali attigui del Campo Santo Teutonico una cerimonia per l’inaugurazione dell’Aula Papa Benedetto – Joseph Ratzinger, che il Papa emerito ha benedetto. Nel suo intervento introduttivo, monsignor Hans Peter Fischer, rettore del Collegio Teutonico, ha inoltre annunciato che il 18 novembre si terrà la cerimonia di apertura della Biblioteca Romana Joseph Ratzinger – Benedetto XVI, interamente dedicata alla sua vita e al suo pensiero come studioso e come Pontefice, all’interno della Biblioteca del Collegio Teutonico e dell’Istituto Romano della Società di Görres, in Vaticano. L’evento prevede una prolusione del cardinale Gianfranco Ravasi, presidente del Pontificio Consiglio della Cultura, sul tema: “Dalla Bibbia alla Biblioteca – Benedetto XVI e la Cultura della Parola”.

La Biblioteca intitolata al Papa emerito – iniziativa sostenuta dalla Fondazione Vaticana Joseph Ratzinger-Benedetto XVI – dispone di circa mille volumi nelle diverse lingue e si caratterizza come un luogo aperto a quanti sono interessati alle pubblicazioni di e su Joseph Ratzinger, per conoscere la sua vita e approfondire la sua teologia. Molti volumi sono stati donati dallo stesso Benedetto XVI, altri invece dalla Fondazione Vaticana.

È possibile accedere ai locali della Biblioteca e consultare i volumi dal lunedì al mercoledì, dalle 15.30 alle 19.30. “La Fondazione Ratzinger – ha osservato monsignor Fischer – ha assicurato gli esperti necessari per assistere e guidare gli interessati nella Biblioteca e nelle possibilità che essa offre”.

Tra i presenti alla cerimonia di oggi: i cardinali Christoph Schönborn, arcivescovo di Vienna, e Kurt Koch, presidente del Pontificio Consiglio per la Promozione dell’Unità dei Cristiani, l’arcivescovo Georg Gänswein, prefetto della Casa Pontificia e segretario particolare di Benedetto XVI, il vescovo Barthélemy Adoukonou, segretario del Pontificio Consiglio della Cultura, il vescovo ausiliare di Amburgo Hans-Jochen Jaschke, l’abate Maximilian Heim, premio Ratzinger 2011, monsignor Stefan Heid, direttore dell’Istituto Romano della Società di Görres, monsignor Giuseppe Antonio Scotti, presidente della Fondazione Vaticana Joseph Ratzinger – Benedetto XVI, padre Stephan Otto Horn, presidente dello Schülerkreis, Christian Schaller, premio Ratzinger 2013.

PADRE HORN, SU VIDA JUNTO A RATZINGER

PADRE HORN,

SU VIDA JUNTO A RATZINGER

FUENTE: Fondazione Ratzinger

Ciudad del Vaticano, 20 de Diciembre de 2014

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Hay encuentros que cambian la vida. Y eso ha pasado con el Padre Stephan Otto Horn, religioso salvatoriano, que en 1970 conoció al profesor Joseph Ratzinger, antes que fuera “padre de una familia teológica y espiritual”.

Stephan Otto Horn fue estudiante y asistente del profesor Ratzinger en Ratisbona y hoy se dedica a guardar la obra y el pensamiento del Papa emérito a través de las instituciones que tienen su nombre. Él ha definido el encuentro y su entrada en el Círculo de los Estudiantes como “ una de las gracias más grandes que he recibido en toda mi vida”.

En esta entrevista – que ofrecemos a nuestros lectores en Navidad – el Padre Horn, profesor emérito de Teologia fundamental, recuerda los años de Universidad, el origen del Schülerkreis, y habla sobre la herencia teológica de Benedicto XVI.

¿Padre Horn, cómo ha conocido al Profesor Ratzinger?

Estudié en Passau, una preciosa ciudad cerca de la frontera con Austria, donde estudiaban los salvatorianos, congregación de la que formo parte. Mi profesor de Teología dogmática pensaba que yo pudiera ser su sucesor…Cuando me fui a Ratisbona para ver el Prof.Ratzinger por primera vez, él no sabía que hubiera sido doctorando de Michael Schmaus, que había objetado su capacitación docente. En aquel momento el joven Ratzinger vivió un periodo de crisis, porque siempre había deseado llegar a ser profesor. Pero después tuvo éxito y restableció su relación con Schmaus. Cuando vi a Ratzinger, yo no sabía todas estas cosas, aparecí y hablamos de mi tesis.

¿Qué año era?

Era el principio de 1970. Ratzinger había llegado a Ratisbona en el otoño de 1969. Él me aceptó sin problemas y muy bién, aunque viniera de otra teología. Y lo mismo pasó con los otros 25 estudiantes que querían hacer la tesis con él. Nos veíamos cada dos o tres semanas en el seminario y nos parecía que él fuera el símbolo de la teología y de la espiritualidad. Nuestro encuentro empezaba con la Misa: el maestro o uno de nosostros hacía la homilía. Después discutíamos todos juntos. Cuando hacíamos propuestas, Ratzinger no contestaba enseguida. Luego lograba resumir nuestros discursos mejor que nosotros y añadía sus reflexiones. Discutíamos siempre con libertad. Quería sólo buscar la verdad, con mucha sencillez. Siempre fue muy tímido, pero no mostraba su timidez.

¿Cuál es el tema de su tesis?

El tema de mi tesis para la capacitación docente en la universidad era León El Grande y el Concilio de Calcedonia, desde el punto de vista eclesiológico, para investigar la relación entre el sucesor de Pedro y el Concilio. Trataba de un hecho histórico, pero también de la relación entre Roma y Constantinopla, entre Roma y el Oeste de la Iglesia, y por eso de un tema ecuménico. El Concilio de Calcedonia muestra que lo que dice el sucesor de Pedro está de acuerdo con lo que los obispos del Concilio pueden hacer. Un tema histórico, pero también útil para el diálogo entre la Iglesia Católica y la ortodoxia.

¿Y después de su capacitación docente?

Dos años después de nuestro primer encuentro, el Profesor Ratzinger me llamó para que fuera su asistente. Trabajé con él desde 1972 hasta 1977, cuando él regresó a Múnich como arzobispo. Me quedé allí durante un breve periodo y él venía para trabajar con sus últimos doctorandos. Luego empezaron los encuentros anuales del Schülerkreis, el Círculo de los estudiantes.

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¿Fue entonces que nació el Schülerkreis?

No, nació después, en 1981, en el periodo del fin de su ministerio de cardenal arzobispo de Múnich. En realidad es dificil encontrar una fecha, pero nació después de los encuentros con los doctorandos. Al principio de 1978, unos meses después de su ordinación episcopal y que fuera ordenado cardenal, nos vimos todos, no sólo los doctorandos de Ratisbona, sino los de Bonn, de Münster y de Tubinga. Aquella fue la primera vez, unos años después empezamos a vernos sistemáticamente. Ratzinger organizaba encuentros con otros profesores y teólogos como Hans Urs von Balthasar, Karl Barth y otros. Al final de cada año académico había un encuentro en un lugar diferente, con debates con un gran teólogo, profesores protestantes, filósofos. Luego nacieron nuevos simposios con Ratzinger, en los que siempre participaba un profesor. En estos simposios estudiábamos, rezábamos y discutíamos cada vez sobre un tema diferente.

¿Cuántos doctorandos estaban en 1978?

En Ratisbona estaban 25 entre doctorandos y estudiantes para la capacitación. Cuando el Schülerkreis nació nosotros eramos más que 50.

¿Cuáles son los fundamentos de la teología de Ratzinger?

Nosotros siempre hemos pensado que Ratzinger fue un teólogo dogmático y un profesor de Teología fundamental y al mismo tiempo un exégeta, que estudió y reflejó mucho sobre la Palabra de Dios, el Antiguo y el Nuevo Testamento. Ha sido el ejemplo de un teólogo que siguió el Concilio Vaticano II, que afirma que la Sagrada Escritura es el fundamento y el alma de toda la teología. La teología se funda sobre la Sagrada Escritura, pero también la Sagrada Escritura es interpretada por el centro de la fe de la Iglesia. No es una exégesis aislada de la Iglesia, vive en la Iglesia y es interpretada en ella. Según Ratzinger, los primeros teólogos son los santos, que no estudian la Palabra de Dios, pero la viven con todo su corazón y su vida. Son ellos los primeros exégetas y por eso los teólogos tienen que conocer el tema de los santos. La teología tiene que estar siempre cerca de una verdadera espiritualidad.

¿Hay pensadores que influjeron en el desarrollo de la teología de Ratzinger?

Algunos de sus importantes pensamientos proceden de San Agustín, que fue también el tema de su primera tesis, y desarrollan también una teología eucarística: el centro de la Iglesia es la eucaristía, es Cristo que nos acerca a él cuando se dona a nosotros, y estamos todos unidos en Cristo. Entonces la Iglesia no es sólo pueblo de Dios, es pueblo de Dios como cuerpo de Cristo, porque estamos unidos en Cristo. Cristo es el centro de la Iglesia, nos transforma en él y así la Iglesia se desarrolla en la eucaristía. Entonces la eucaristía es el centro de la Iglesia –es el pensamiento más importante – y por eso dialoga con los teólogos ortodoxos que tienen una eclesiología eucarística. Según ellos cada Iglesia es completa en sí misma, mientras que Ratzinger piensa que la eucaristía celebrada en la Iglesia local representa verdaderamente a la Iglesia cuando la Iglesia local está unida a la Iglesia universal. Es una diferencia muy grande y nosotros intentamos establecer relaciones entre la Iglesia Católica y ortodoxa a través de una extensa teología eucarística. Otro importante pensamiento procede de Buenaventura: la revelación no representa sólo un conjunto de verdades que se transmiten en el tiempo, sino la revelación de Dios a nosotros, entonces un asunto entre Dios y el hombre. Dios habla con nosotros, nosotros recibimos la revelación y ésta termina sólo en la fe: la revelación está en el corazón que se abre a Dios, que se revela al hombre. Entoces se trata de un diálogo. Schmaus afirmaba que este pensamiento significa subjetivismo: cuando Dios se reveló al hombre, cada uno ha entendido la revelación en su manera y eso constituye una gran dificultad. Según Ratzinger esta revelación no está dirigida sólo a una persona, sino al pueblo de Dios, a la Iglesia, que es el sujeto de la revelación y entonces se puede excluir el subjetivismo.

¿Padre Horn, durante su vida hay un antes y un después de Ratzinger?

Cuando yo era un joven estudiante, quería entender la teología y tuve un gran profesor, Alois Winkllhofer, que antes que empezara, nos abrió la ruta hacia el Concilio. Según yo, El Concilio Vaticano II no representa una ruptura, sino una evolución. Y además con Ratzinger llegaba un nuevo desarrollo. Con él todo ha sido muy intenso, porque compartíamos el amor por la Iglesia y una amistad profunda entre nosotros. Una experiencia de vida, sin la que nunca hubiera podido ser profesor: representó la verdadera satisfacción de ser teólogo. En 1977 regresé a mi casa, con los Salvatorianos, y durante seis meses trabajé como profesor en Passau. Luego, en 1981, me fui a Augusta, y trabajé como profesor de teología dogmática y en 1986 de nuevo en Passau, como profesor de Teología fundamental.

Hoy Usted es profesor emérito de Teología fundamental…

Sí, desde 1999, me estoy poniendo viejo…

Pero así ha podido llevar a cabo su compromiso en las diferentes realidades para la difusión de la obra y del pensamiento del teólogo Ratzinger. ¿Puede darnos unos ejemplos, junto a las otras iniciativas?

Querría hablar primero de los encuentros del Schülerkreis. El profesor Siegfried Wiedenhofer y yo, últimos asistentes de Ratzinger, preparamos los primeros encuentros del Schülerkreis, cada año en un sitio diferente, en Baviera o en otros sitios de Alemania. Luego empezamos a vernos cerca de Ratisbona en el periodo de las vacaciones de Ratzinger, al final de agosto o al principio de septiembre y Ratzinger llegaba al Simposio desde su casa de Pentling. Cuando fue elegido Papa, nos invitó una vez en Castel Gandolfo. Pero nosotros queríamos encontrarnos todos los años, como era antes.

¿Y estáis siguiendo con los encuentros?

Sí, porque nos encontramos en Castel Gandolfo y en el Vaticano, no sólo para la Santa Misa, sino también en un momento personal: cada uno de nosostros puede saludarlo y hablar con él. Esto significa una gran satisfacción, para nosotros y para el Papa, porque se siente como el padre de una familia teológica y espiritual.

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¿Cuántos sois hoy en el Círculo?

Algunos fallecieron, otros están enfermos o son demasiado ancianos y no pueden intervenir. Los que tenemos la posibilidad de participar somos más o menos 30-35, pero a veces algunos faltan.

Hablamos otra vez de los institutos que difunden la teología y la espiritualidad del teólogo Ratzinger.

Ya antes de su elección queríamos que su teología quedara viva y pensamos en establecer una Fundación. En 2007 nació en Múnich la Fundación Joseph Ratzinger- Papst Benedikt XVI.-Stiftung, en 2008 fundamos otro Círculo de los estudiantes, que tiene el nombre de Nuevo Schülerkreis. Tienen un nombre similar, y por eso forman parte de la misma familia, aunque no sean ex estudiantes. Ellos se encontraban también en Castel Gandolfo, pero cuando el Papa Ratzinger estaba con nosotros para discutir de teología, quería que su familia teológica estuviera sola con él y que los otros se entretuvieran con debates diferentes. Pero ahora, después de las dimisiones del Santo Padre, cada grupo se reúne en momentos diferentes. Compartimos las experiencias teológicas, espirituales y pastorales y el domingo encontramos al Papa para la eucaristía.

¿Cuál es el tema de este año?

Normalmente el Schülerkreis, durante el encuentro en Castel Gandolfo, propone tres temas y los nombres de unos expertos para el año siguiente. Al final del encuentro yo veo al Santo Padre para proponer estos temas. Al final de Noviembre el Papa emérito Benedicto ha elegido el tema “Como hablar de Dios, hoy” e invitó al profesor Tomás Halík, sacerdote checo, un hombre especial, con muchas experiencias del mundo moderno.

¿Cuáles son las actividades de los institutos?

El cardenal Ratzinger siempre ha deseado que todos estos institutos que trabajan con su teología y espiritualidad no vivieran aislados y que actuaran unidos. Nuestra fundación, la Fundación de Múnich en Baviera, trabaja con el Institut Papst Benedikt XVI de Ratisbona, que se dedica a la publicación de su Opera omnia y cada año organiza un Simposio sobre el libro recién publicado. Trabajamos con ellos, unos estudiantes de nuestro grupo se han integrado en este instituto y el nuevo obispo de Ratisbona pertenece a nuestra Fundación. Yo formo parte del Consejo de Administración de la Fundación Vaticana porqué hablo italiano y represento la Stiftung, junto a otro colega. Trabajamos también con la Fundación de la ciudad donde el Santo Padre nació, Marktl am Inn, nombrada Stiftung Geburtshaus Joseph Ratzinger, que cada año ha organizado un Simposio, al que hemos participado.

¿Qué relación hay con la Fundación Vaticana Joseph Ratzinger – Benedicto XVI?

Somos deudores con la Fundación Vaticana, especialmente porque nos ha ayudado mucho en la organización de los dos simposios en África, sobre “Jesús de Nazaret”. Los dos encuentros tuvieron un gran éxito. El primero tuvo lugar en Benín, en el septiembre de 2013, en francés. Fue un gran evento, durante el Año de la fe. Este año fuimos a Morogoro, en Marzo, en una universidad fundada por mi Congregación para los religiosos que no podían estudiar en los seminarios, porque éstos estaban llenos. El segundo simposio fue organizado en inglés con alrededor de 500 participantes y, entre ellos, 5 obispos y muchos religiosos y monjas. En África no hay muchas posibilidades de leer algo sobre Ratzinger porque los libros no son baratos…Ofrecimos una introducción a su teología para la gran obra del “Jesús de Nazaret” y la acogieron con mucha felicidad y entusiasmo, porque no habían conocido la teología de Ratzinger y su gran riqueza espiritual. Queremos comprometernos y trabajar más con este tema y preparar, si es posible, un Simposio en Berlín sobre grandes temas sociales y políticos y sobre los importantes discursos del Santo Padre en Ratisbona, Berlín, París, Londres y otras ciudades. Esto es un gran desafío, que queremos organizar para el próximo año.

L'Osservatore Romano

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Ustéd hizo recientemente 80 años…

Fue una gran sorpresa. Al final de la Conferencia de este año, después de la eucaristía con el Santo Padre me entregaron un libro, yo no lo sabía. Un libro realizado por el Nuevo Schülerkreis junto a otros, como el cardenal Koch y el cardenal Schönborn, que escribió la introducción. Su nombre es “Dienst und Einheit” (Servicio y Unidad) y recoje los estudios sobre la primacía de Pedro, desde el punto de vista ecuménico. El tema del volumen, que fue editado por Michaela C. Hastetter y Christoph Ohly, portavoces del Nuevo Schülerkreis, trata del estudio de la teología del ministerio petrino desarrollada por Joseph Ratzinger.

Después de su vida dedicada a la teología y a la oración, ¿qué ha entendido de la vida y de la fe? ¿Qué mensaje quiere dejar a los jóvenes y a todos los hombres?

Cuando era un joven teólogo fué útil y necesario encontrar un profesor que fuera mi guía personal. Un joven teólogo tiene muchas preguntas y hablar con hombres y teólogos que representan buenos ejemplos me hizo mucho beneficio. Además, para los estudiantes de Ratzinger, fue muy importante encontrar amigos que discutían sobre la teología y que tenían una experiencia de vida común y espiritual. Hoy también en Alemania hay jóvenes que buscan una nueva relación con la eucaristía y que desean un momento de silencio y adoración con el objecto de tener una nueva relación personal con Jesús.

Tenemos que ofrecer estas oportunidades a los jóvenes, para que crezcan. Pero también momentos de silencio delante del Cristo eucarístico. Estas experiancias son muy útiles, más que en el pasado. La teología presenta algunas dificultades para la fe: hay muchos teólogos y diversidades en el pensamiento. Pero encontrar un gran teólogo y un hombre de la Iglesia y estudiar esta teología, como la del Papa Benedicto o de teólogos similares, puede ayudar mucho a un joven. Teología y espiritualidad, teología e Iglesia: cuando todas estas cosas están juntas, ayudan mucho.

Cuando era joven, tuve la posibilidad de formar parte de este Círculo de estudiantes que hicieron investigaciones teológicas; allí nacieron también nuevas amistades. Ahora tengo una nueva familia “religiosa”. Pero estas dos partes de mi vida nunca han sido opuestas, y eso me ayudó durante mi vida. Una de las gracias más grandes que recibí en mi vida fue encontrar a Ratzinger en una manera tan original.

Acabamos con un recuerdo de su amistad con el Prof. Ratzinger…

Compartimos conversaciones de amistad, siempre le interesó mi vida y las actividades del Schülerkreis… me acuerdo que cuando era su asistente me dedicaba también a cuidar los estudiantes extranjeros, que llegaban a veces desde otro continente, como él quería. A Ratzinger le importaba de los medios financieros para ayudar a estos estudiantes. Una vez pasó que un estudiante no quería aceptar su ayuda y Ratzinger le dijo: “Los que no quieren aceptar, no tienen que dar”. Los que no son tan humildes que aceptan algo de otra persona, no pueden dar nada a los otros. Si yo estoy listo y humilde para recibir un don, puedo también dar algo. El estudiante que me contó este episodio, nunca podrá olvidarlo.

Luca Caruso