El Ratzinger «laico» y «relativista»

El presidente de la Corte Constitucional y monseñor Gänswein presentaron en el Quirinale el volumen que contiene los discursos de Benedicto XVI en los que reflexiona sobre la razón y el derecho

Artículo escrito en Vatican Insider el 31/01/2014 por:

Andrea Tornielli

http://vaticaninsider.lastampa.it/es/vaticano/dettagliospain/articolo/benedetto-xvi-benedict-xvi-benedicto-xvi-31684/

Un enfoque laico y no motivado por la fe, alejado de cualquier fundamentalismo. Un explícito aprecio por la tradición democrática liberal y una exaltación de la razón y de un saludable relativismo en el ámbito de las decidiones mundanas. Hay todo esto y mucho más en los discursos del teólogo Joseph Ratzinger, después Papa Benedicto XVI, como se puede comprobar en el libro “La ley del Rey Salomón”, editado por Marta Cartabia (juez constitucional) y Andrea Simoncini (editorial Bur, 258 pp., 11 euros). El volumen fue presentado ayer por la tarde en la Biblioteca del Quirinale por el presidente de la Corte Constitucional italiana Gaetano Silvestri, por el Prefecto de la Casa Pontificia Georg Gänswein, y los juristas Franco Viola y Francesco D’Agostino.

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El prólogo del libro fue escrito por el presidente de la República italiana, Giorgio Napolitano, que recuerda su relación con Ratzinger y las «disposiciones semejantes al diálogo tranquilo, libre y respetuoso» y las «afinidades generacionales» entre sus vidas «inscritas íntegramente en la experiencia histórica del siglo XX». Además del «común e implícito identificarse con los fundamentos de la cultura europea de una política iluminada por la historia y guiada por la razón» que no excluye el factor religioso de la esfera pública. Al leer los diferentes textos que conforman el libro surge la gran cuestión sobre el fundamento del pensamiento jurídico occidental en relación con los de otras tradiciones culturales y antropológicas y las peculiaridades del cristianismo con respecto a las demás religiones: para los cristianos no existe un derecho revelado, un orden jurídico que deriva de una revelación, sino que la naturaleza y la razón son las verdaderas fuentes del derecho.

Como afirmó Benedicto XVI el discurso en la Westminster Hall (septiembre de 2010): « La tradición católica mantiene que las normas objetivas para una acción justa de gobierno son accesibles a la razón, prescindiendo del contenido de la revelación. En este sentido, el papel de la religión en el debate político no es tanto proporcionar dichas normas, como si no pudieran conocerlas los no creyentes. Menos aún proponer soluciones políticas concretas, algo que está totalmente fuera de la competencia de la religión. Su papel consiste más bien en ayudar a purificar e iluminar la aplicación de la razón al descubrimiento de principios morales objetivos».

En el libro “Fe, verdad y tolerancia», el entonces cardenal Ratzinger escribió: «Una sociedad liberal es una sociedad relativista, solo por este presupuesto es capaz de permanecer libre y abierta a un camino posterior. En el ámbito político esta concepción tiene ampliamente razón. No existe una opción política que sea la única correcta […] Pero también en la esfera política con el relativismo total deja de funcionar. Hay injusticia que no puede nunca convertirse en justicia (por ejemplo matar inocentes, negar a individuos o grupos el derecho a la propia dignidad humana y a condiciones correspondientes); hay justicia que no puede nunca convertirse en injusticia».

Ideas redescubiertas y, tal vez en algunos casos, descubiertas por primera vez, puesto que no corresponden con el cliché a partir del cual (gracias, incluso, a muchas simplificaciones mediáticas) se ha seguido interpretando la enseñanza de Papa Ratzinger. Lo subrayó el presidente de la Corte Constitucional al hablar sobre el papel recíproco y «purificador» entre el pensamiento de la Iglesia y el pensamiento laico. Silvestri reflexionó sobre los fundamentos de los valores y recordó que «no es posible fundar los principios sobre la autoridad sino que hay que fundar la autoridad sobre los principios». «Ni siquiera el voto del cien por ciento de los electores haría legítimas hoy las leyes raciales», dijo, retomando las observaciones de Ratzinger sobre la injusticia que no puede nunca convertirse en justicia.

El arzobispo Georg Gänswein explicó que el «alma del pensamiento de Benedicto XVI es una apasionada defensa por el retorno del derecho natural», ese derecho que «en el último medio siglo, debido al positivismo jurídico, ha sido considerado como una doctrina católica», cuando en realidad se trata de un pensamiento compartido que representa la «herencia de Europa». «La razón necesita a la religión –dijo–, pero también la religión necesita el papel aclarador de la razón, para correr el riesgo de acabar en el sectarismo o en el fundamentalismo. El derecho natural, la ley natural es la capacidad de distinguir entre el bien y el mal y el lenguaje de la naturaleza es el lenguaje de la razón, un lenguaje que abre nuestra mirada hacia el Dios creador».

El profesor Franco Viola, filósofo del derecho, habló de los dos «ídolos» del mundo post-cristiano: por una parte el «cientismo, basado en la objetividad inerte de los datos», y por otra, el «subjetivismo, basado en la incuestionable consciencia y en la absoluta subjetividad». Ante estas tendencias, subrayó la originalidad del enfoque de Benedicto XVI sobre la relación entre la razón y el derecho. «La fe cristiana es opción para lo racional –dijo– y el verdadero enemigo del cristiaismo no es el ateísmo (que lleva en sí una semilla positiva en contra de los ídolos y de las creencias demasiado humanas), sino la eliminación de la idea misma de verdad, la negación de la idea misma de cuidar el ser», es decir el nihilismo. Benedicto XVI rechaza «la separación entre la razón crítica y la tradición –explicó Viola–; y hay que insistir en que incluso la razón crítica tiene un vientre que la mantiene en vida, siempre y cuando no corte el cordón umbilical: sola razón no quiere decir razón sola». Papa Ratzinger, concluyó, «no dice que el positivismo jurídico es falso, dice que es parcial».

Al terminar, el profesor D’Agostino, presidente de los Juristas católicos italianos, indicó la importancia y la originalidad de los ensayos publicados en el libro, deteniénsose en el caso particular del texto del musulmán Wael Farouq, que, al comentar los discursos de Ratzinger, propone un derecho natural desde el punto de vista islámico. «Los diferentes enfoques, que a veces no concuerdan, representados en el libro –subrayó D’Agostino– indican la fecundidad del pensamiento de Ratzinger». El profesor, retomando lo dicho por el presidente Silvestrini, habló de «principios fundamentales» que son «absolutos» y, por lo tanto, no pueden ser sujetos a la voluntad de la mayoría: «El derecho lleva consigo una vocación al absoluto».

ITALIANO:

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Articolo scritto da Vatican Insider il 31/01/2014:

Andrea Tornielli

Presentato al Quirinale dal presidente della Corte Costituzionale e da monsignor Gänswein il volume su ragione e diritto nei discorsi di Benedetto XVI

Un approccio laico e non fideistico, lontano anni luce da qualsiasi fondamentalismo. Un esplicito apprezzamento per  la tradizione democratica liberale e un’esaltazione della ragione e di un sano relativismo nell’ambito delle scelte mondane. C’è tutto questo e molto di più nei discorsi del teologo Joseph Ratzinger e poi di Papa Benedetto XVI, come emerge dal libro «La legge di Re Salomone», curato da Marta Cartabia (giudice costituzionale) e da Andrea Simoncini (Bur, pp. 258, 11 euro), presentato ieri pomeriggio nella Biblioteca del Quirinale dal presidente della Corte Costituzionale Gaetano Silvestri, dal Prefetto della Casa Pontificia Georg Gänswein, e dai giuristi Franco Viola e Francesco D’Agostino.

Il libro porta la prefazione del Presidente della Repubblica Giorgio Napolitano, che ricorda del suo rapporto con Papa Ratzinger le «analoghe attitudini al dialogo pacato, libero e rispettoso» e le «affinità generazionali», con entrambe le vite «iscritte integralmente nell’esperienza storica del Novecento». Insieme al «comune implicito identificarsi con quei fondamenti della cultura europea di una politica illuminata dalla storia e retta dalla ragione» che non vuole escludere il fattore religioso dalla sfera pubblica. Dai vari saggi presenti nel libro emerge la grande domanda sul fondamento del pensiero giuridico occidentale di fronte al confronto con altre tradizioni culturali e antropologiche e la peculiarità del cristianesimo rispetto ad altre religioni: per i cristiani non esiste un diritto rivelato, un ordinamento giuridico derivante da una rivelazione, ma natura e ragione sono le vere fonti del diritto.

Come ha affermato Benedetto XVI nel discorso alla Westminster Hall (settembre 2010): «La tradizione cattolica sostiene che le norme obiettive che governano il retto agire sono accessibili alla ragione, prescindendo dal contenuto della rivelazione. Secondo questa comprensione, il ruolo della ragione nel dibattito politico non è (…) quello di fornire tali norme, come se esse non potessero esser conosciute dai non credenti – ancora meno è quello di proporre soluzioni politiche concrete, cosa che è del tutto fuori dalla competenza della religione».

 Nel libro «Fede, verità e tolleranza», l’allora cardinale Ratzinger scriveva: «Una società liberale è una società relativista, solo per questo presupposto essa è in grado di rimanere libera e aperta a un ulteriore cammino. Nell’ambito politico questa concezione ha ampiamente ragione. Non esiste un’opzione politica che sia l’unica giusta (…) Però anche nella sfera politica con il relativismo totale non se ne viene a capo. V’è dell’ingiustizia che non può mai diventare giustizia (per esempio uccidere innocenti; negare a singoli o gruppi il diritto alla loro dignità umana e a condizioni corrispondenti); v’è giustizia che non può mai diventare ingiustizia».

 Spunti riscoperti e forse in qualche caso scoperti per la prima volta, dato che non è questo il cliché in base al quale, complici anche tante semplificazioni mediatiche, si è continuato a leggere la figura e l’insegnamento di Papa Ratzinger. Lo ha sottolineato il presidente della Corte Costituzionale, parlando del reciproco ruolo «purificatore» tra il pensiero della Chiesa e il pensiero laico. Silvestri si è soffermato sul fondamento dei valori e ha ricordato che «non si possono fondare i principi sull’autorità ma bisogna fondare l’autorità sui principi». «Neppure il voto del cento per cento degli elettori renderebbe oggi legittime le leggi razziali», ha detto, riprendendo le osservazioni di Ratzinger sull’ingiustizia che non può mai diventare giustizia.

 L’arcivescovo Georg Gänswein ha spiegato che il «cuore del pensiero di Benedetto XVI è una appassionata difesa per il ritorno del diritto naturale», quel diritto che «nell’ultimo mezzo secolo, a motivo del positivismo giuridico, è stato considerato una dottrina cattolica» mentre si tratta di un pensiero condiviso che rappresenta l’«eredità dell’Europa». «La ragione ha bisogno della religione – ha detto – ma anche la religione necessita del ruolo chiarificatore della ragione per non rischiare di finire nel settarismo o nel fondamentalismo. Il diritto naturale, la legge naturale è la capacità di distinguere tra il bene e il male e il linguaggio della natura è il linguaggio della ragione, un linguaggio che apre il nostro sguardo al Dio creatore».

Il professor Franco Viola, filosofo del diritto, ha parlato dei due «idoli» del mondo post-cristiano, da un lato «lo scientismo, fondato sull’oggettività inerte dei dati»; dall’altro «il soggettivismo, fondato sull’insindacabile coscienza e nella totale soggettività». E ha sottolineato invece l’originalità dell’approccio di Benedetto XVI nel rapporto tra ragione e diritto. «La fede cristiana è opzione per il razionale – ha detto – e il vero e proprio avversario del cristianesimo non è l’ateismo (che porta in sé un seme positivo contro gli idoli e le credenze troppo umane), ma è la cancellazione dell’idea stessa di verità, la negazione dell’idea stessa di prendersi cura dell’essere», cioè il nichilismo. Benedetto XVI rifiuta «la separazione tra ragione critica e tradizione – ha spiegato Viola – e bisogna ribadire che anche la ragione critica ha un grembo che la tiene in vita a patto di non recidere il cordone ombelicale: sola ragione non vuol dire ragione sola». Papa Ratzinger, ha concluso, «non dice che il positivismo giuridico è falso, dice che è parziale».

Infine, il professor D’Agostino, presidente dei Giuristi cattolici, ha messo in luce l’importanza e l’originalità dei saggi pubblicati nel libro, soffermandosi in particolare su quello del musulmano Wael Farouq, che commentando i discorsi di Ratzinger propone un diritto naturale dal punto di vista islamico. «I diversi approcci talvolta non concordanti che emergono nel libro – ha sottolineato D’Agostino – stanno a indicare la fecondità del pensiero di Ratzinger». Il professore, sulla scia di quanto detto all’inizio dal presidente Silvestri, ha parlato di «principi fondamentali» che sono «assoluti» e dunque non possono essere soggetti alle maggioranze: «Il diritto porta con sé una vocazione all’assoluto».

ENGLISH:

http://vaticaninsider.lastampa.it/en/the-vatican/detail/articolo/benedetto-xvi-benedict-xvi-benedicto-xvi-31684/

Article written by Vatican Insider on 31/01/2014:

Andrea Tornielli

The Italian Constitutional Court and Mgr. Gänswein have presented a volume on reason and law in Benedict XVI’s speeches to the President of the Italian Republic

A secular, non fideistic approach that is light years away from any kind of fundamentalism. A sign of clear appreciation for liberal democratic tradition and a celebration of reason and of a healthy relativism in terms of worldly choices. This and much more is contained in the speeches of the theologian Joseph Ratzinger-turned Pope Benedict XVI, as emerges in the book “La legge di Re Salomone” (“The Law of King Solomon”) published by Italian publishing house BUR and edited by Marta Cartabia (a constitutional court judge) and Andrea Simoncini. The President of the Constitutional Court Gaetano Silvestrini, the Prefect of the Papal Household Georg Gänswein and jurists Franco Viola and Francesco D’Agostino presented the book in the Quirinal Palace (the residence of the Italian President) yesterday afternoon.

 It contains a preface by the President of the Italian Republic, Giorgio Napolitano, who recalls “the “similar inclination” they had “for calm, free and respectful dialogue” and the “generational similarities” between them given their first hand experience of the historical events of the 1900s. They also both identified with what constituted the foundation of European culture at the time: a politics enlightened by history and reason which did not wish to exclude religion from the public sphere. From the various essays contained in the book, emerges a big question mark concerning the basis of Western legal thought seen against other cultural and anthropological traditions and what sets Christians a part from other religions: For Christians there is no such thing as a revealed law, a legal system that derives from a revelation. Instead, they see nature and reason as the real sources of law.

As Benedict XVI said in his speech at Westminster Hall in September 2010, “the Catholic tradition maintains that the objective norms governing right action are accessible to reason, prescinding from the content of revelation. According to this understanding, the role of religion in political debate is not so much to supply these norms, as if they could not be known by non-believers – still less to propose concrete political solutions, which would lie altogether outside the competence of religion.”

In his book “Fede, verità e tolleranza” (“Faith, truth and tolerance”), the then Cardinal Ratzinger wrote: “Therefore, a liberal society would be a relativist society: Only with that condition could it continue to be free and open to the future. In the area of politics, this concept is considerably right. There is no one correct political opinion … However, with total relativism, everything in the political area cannot be achieved either. There are injustices that will never turn into just things (such as, for example, killing an innocent person, denying an individual or groups the right to their dignity or to life corresponding to that dignity) while, on the other hand, there are just things that can never be unjust.”

 In “La legge di Re Salomone” these points are rediscovered or in some cases discovered for the first time given that this was not the cliché attached to the figure and teachings of Joseph Ratzinger – and this was partly due to the media’s tendency to simplify. The President of the Constitutional Court underlined this, speaking of the reciprocal “purifying” action going on between Catholic doctrine and lay thought. Silvestri focused on the basis of values, recalling that “principles cannot be rooted in authority, instead authority must be rooted in principles.” “Even if Italians voted unanimously in favour of the racial laws, it would not make them legitimate,” the president said, picking up on Ratzinger’s comments about the impossibility of making injustices just.

Archbishop Georg Gänswein explained that “the passionate defence of a return to natural law is at the heart of Benedict XVI’s thought.” Because of legal positivism, in the last half century natural law was seen as a Catholic doctrine when it is in fact a collective way of thinking that represents European legacy. “Reason needs religion but religion also needs the clarity of reason so as not to risk sectarianism or fundamentalism. Natural law is the ability to distinguish between good and evil and nature’s language is the language of reason that opens our eyes to God the Creator.

Professor Franco Viola, a legal philosopher, spoke of two “idols” existing in the post-Christian world: on the one hand there is “scientism” which is based on the “inert objectivity of facts”; on the other hand is “subjectivism, which is based on an indisputable conscience and complete subjectivity”. He stressed the originality of Ratzinger’s approach in the way he treats the relationship between reason and law. “The Christian faith is an option for the rational and Christianity’s real enemy is not atheism (which carries a positive seed against idols and overly human beliefs) but the elimination of the very idea of truth, the refusal of the very idea of taking care of the being,” nihilism in other words. Benedict XVI rejects the separation between critical reason and tradition and it should be stressed that critical reason is also being kept alive as long as the umbilical cord is not severed: reason alone does not mean only reason. Ratzinger “does not say legal positivism is wrong, he just says it’s partial,” the professor concluded.

Publicado el 31 enero, 2014 en NOTICIAS PADRE GEORG y etiquetado en , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , . Guarda el enlace permanente. 3 comentarios.

  1. ¡Estupendo artículo!

  2. Motivos sobran para que se haga realidad el doctorado de Su Santidad Benedicto XVI

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